Covid-19 ha puesto de rodillas y eviden- ciado la mala gerencia de la salud
Hace décadas que al cerebro humano se le refuerza y se estimula para activar sus zonas cerebrales, químicos, el placer, la felicidad, el éxito y fluir en la vida. Esa búsqueda por el bienestar cortoplacista enseñó el consumo desmedido hasta la adicción a las compras compulsivas. Las personas a través de sus neuronas espejos fijaron más rápido la necesidad de buscar autogratificación.
Ese comportamiento neuronal y psicosocial, ha producido nuevos comportamientos sociales, donde las personas no han podido de forma consciente, ni emocional, controlar, priorizar o detener sus impulsos consumistas; tanto así, que ni en periodos de pandemia, con la pérdida de empleos, pérdida de ahorro, endeudamientos, crisis sanitaria y crisis psicosociales y emocionales, las personas se niegan a controlar sus gastos, reflexionar sobre su comportamiento social; parar el consumo, priorizar y gerenciar su proyecto de vida.
O sea, entre protegerse de la covid-19, modificar los comportamientos sociales, el distanciamiento físico y priorizar la salud y la vida, existe una línea vulnerable, de ambivalencia, de falta de consistencia y de enfoque hacia la prioridad real y necesaria.
Durante la pandemia en el mundo entero, los jóvenes y adultos han dejado constancia sobre sus necesidades vitales: el placer, el goce, el contacto, lo visual, la socialización grupal, la continuidad de la normalidad, el dejarse sentir y validar en las redes sociales, la búsqueda de notoriedad de una existencia que no pase desapercibida, es la agonía vital del momento.
Además de las presiones y estímulos que impone el mercado, el consumo, a través del dinero plástico, préstamo rápido, rebajas y facilidades de todo tipo que presionan y condicionan al gasto desmedido, a las deudas para poder sentir y calmar la angustia y la ansiedad de una pandemia que nos ha dejado las lecciones de lo vulnerable y frágiles que somos los seres humanos; pero también, lo inseguro y mal gerenciado que está el sistema de salud en cualquier parte del mundo, siendo Latinoamérica la más desigual y la más precaria y deficiente en el sistema sanitario.
La salud es la prioridad, sin salud no hay economía y sin economía no hay salud; pero ¿cuál es la prioridad, lo emergente y lo necesario? Literalmente, los gobiernos tienen que invertir en salud, en tecnología, recursos humanos, en prevención y diagnóstico temprano, en el acceso rápido y eficiente, con calidad y calidez de la atención en salud en cualquier rincón del país.
En lo que la vacuna llega, las políticas de prevención hay que fortalecerlas, fiscalizarlas, monitorizar y mantenerlas sin bajar la guardia. Al personal de salud hay que pagarle, apoyarle y darle un trato privilegiado en estos momentos de tanto trabajo, estrés, de angustia y desesperanza.
La covid-19 ha puesto de rodillas y ha evidenciado lo mal gerenciada que estaba la salud, lo poco que se invierte, lo mal que se administra y la falta de recursos humanos: médicos, enfermeras, bioanalistas, técnicos, farmacéuticos, etcétera.
En las circunstancias actuales y posterior a la pandemia hay que continuar revisando la Ley de Seguridad Social, la Ley General de Salud, el gasto en salud, la gerencias descentralizadas, el dispendio y mala administración, y el retardo de esa inversión en bienestar, en calidad de vida, en prevención y en nuevos resultados en las enfermedades prevenibles, que ocurren dentro de las poblaciones más vulnerables y más riesgosas.
Los países desarrollados presentaron sistema de salud mal gerenciado y de pobre inversión: EE.UU., países europeos no contaban con ventiladores, hospitales y personal para dar una respuesta oportuna, de calidad y de cuidar la vida de sus ciudadanos.
Sencillamente no hay bienestar, ni felicidad, si no hay salud y vida. Esa es la prioridad de cualquier Estado o nación. Se espera que para el 2021 cada país aumente un 5 o un 6% del PIB en salud para dar respuesta a una cobertura en salud y mejorar la atención con calidad y calidez. La pandemia evidenció que se había abandonado la salud y el bienestar social de los ciudadanos.