Puerto Príncipe.- El fin del acuerdo de Petrocaribe, la penuria de las cuentas públicas de Haití y la privatización del sector petrolero han contribuido a agotar el suministro de carburantes en el país y ha tenido un efecto incendiario en las calles de Puerto Príncipe.
En 2019 Haití ha experimentado por lo menos tres períodos de escasez de combustible, algunos más graves que otros, y la última crisis ya se encuentra en su cuarta semana, a pesar de los repetidos anuncios del Gobierno de la llegada de nuevos cargamentos de petróleo.
El transporte público, las escuelas, el comercio, la administración pública y privada están paralizados desde el lunes y en las protestas, aunque han comenzado a amainar este jueves, ha muerto al menos un manifestante. Estas son las principales causas que explican las repetidas crisis de combustibles de Haití.
El fin de Petrocaribe Desde el año pasado, Haití ha dejado de importar el petróleo barato venezolano, sobre todo por el fin del acuerdo Petrocaribe, que ofrecía crudo a precios subsidiados, y por el embargo de EE.UU. al Gobierno de Nicolás Maduro.
Haití ahora importa especialmente desde Estados Unidos, a precios de mercado, lo que ha encarecido la factura energética. Dólares y deudas El economista Enomy Germain, del Centro de Técnicas de Planificación y de Economía Aplicada (CTPEA), recuerda que Haití se encuentra en un momento en que el valor del dólar “aumenta constantemente”, por lo que al Estado le resultaba difícil encontrar divisas en el mercado nacional. “No es solo un problema de dólares, sino que también tiene un problema de finanzas públicas.
El Estado haitiano debe millones de dólares”, lo que le acarrea problemas de flujo de caja. Los problemas de liquidez del Estado son reflejo de la lentitud de la economía en los últimos meses y la consiguiente caída en la recaudación de impuestos.
La economía se ha resentido, en parte, por las protestas que se han convertido en un problema recurrente desde julio de 2018. La privatización En abril de 2019 el Gobierno haitiano decidió liberalizar el mercado de combustibles del país, con el objetivo de agilizar la importación y distribución de carburantes.
Desde entonces, las compañías petroleras se encargan de la importación y el Estado solo desempeña el papel de regulador y apoya a las empresas con subsidios. “Solo dijeron que para evitar retrasos en la entrega y la escasez, lo transferirán al sector privado.
Y vemos que en manos del sector privado no necesariamente resuelve el problema”, interviene la economista Emmanuela Douyon, directora de la consultora Policité. Retrasos en el pago de las subvenciones Desde marzo de 2011, el Estado haitiano subvenciona el combustible.
Mensualmente, le paga a las petroleras 20 millones de dólares por cada cargamento de carburante, pero el Gobierno está atrasado en sus pagos, según datos que ofreció la semana pasada el primer ministro en funciones, Jean Michel Lapin. “El Estado les debe dinero a causa de problemas con las finanzas públicas (…) Como el Estado no puede pagar, las empresas dicen que tienen problemas de flujo de caja para importar. Así que no pueden importar.
Esto explica de alguna manera el problema de la escasez actual”, explica Enomy Germain. ¿Soluciones? El Gobierno haitiano anunció la llegada de varios cargamentos con un total de 500.000 barriles de combustible entre el 17 y el 28 de septiembre y también ha adelantado que prepara un “ajuste” de precios, lo que implica la retirada de las subvenciones al gasóleo, para reducir el déficit en sus cuentas. “Ningún Estado puede seguir subvencionando los productos petrolíferos a dos niveles.
Especialmente cuando se trata de diesel”, dijo el primer ministro Lapin. Para el economista Enomy Germain, el contexto de protestas que vive el país no es apropiado para una subida de precios. “Este es un pretexto que se da a la población para volver a las calles y quizás repetir con mucho más vigor la situación del 6-7 de julio de 2018”, advierte Germain.
La economista Emmanuela Douyon cree que, en cualquier momento, este país caribeño puede experimentar una nueva escasez. En su opinión, el problema es mucho más complejo.
“Este no es un asunto de gobierno. Se trata de un problema de un Estado que no asume sus responsabilidades. Es un Estado fallido que no planea nada. No somos inmunes a la escasez. Cualquier actor importante con un monopolio en el país puede decidir crear escasez”, concluye.