Carlos Marx aborda el tema de la democracia en múltiples de sus escritos. Aborda la democracia representativa y frente a esta plantea la democracia participativa o democracia directa, esta democracia participativa la que propone Marx es solo directa en la base, en el núcleo de la sociedad, en el nivel de la «comuna rural» o del «consejo obrero». A partir de ahí todo el andamiaje político se construye mediante la aplicación de mecanismos estrictamente indirectos de elección, desde las asambleas de distrito hasta la cúspide, la Asamblea Nacional. Estas ideas las expone Marx al abordar la experiencia de la Comuna de París.
Estas son las ideas desde donde el marxismo aborda el tema de la democracia, sus ejes centrales son: planificación central, propiedad colectiva de los medios de producción y democracia directa, de ahí la noción marxiana de socialismo, luego también de democracia.
Es evidente que para Marx no podía haber democracia si esta no tocaba el eje fundamental de la sociedad que es la economía, la democratización de los medios de producción es para Marx el eslabón entre la democracia política y la democracia social.
Vista las ideas de democracias en la filosofía marxista, vamos unos siglos atrás y vemos la democracia en Aristóteles que nos plantea: la igualdad en la democracia se basa en el número y no en la virtud, y como los pobres son más, serán ellos los que impondrán su decisión con exclusión de los ricos en minoría, por tal afirmación encontramos en Aristóteles la idea Platónica de que la democracia es la forma de gobierno de la multitud.
Partiendo de estas nociones de democracia proponemos abordar sus fronteras desde dos espacios. El primero nuestra democracia (representativa) y el segundo, los bordes de la democracia en general, proponemos una mirada a esos espacios dentro de la democracia que se erigen totalitarios.
La Constitución Dominicana establece en su artículo 2- soberanía popular. La soberanía reside en el pueblo, y se ejerce por medio de sus representantes o de forma directa. Este sin duda es un postulado democrático Aristotélico, dado que todos los poderes emanan del pueblo, esto sería en la práctica una democracia solida.
La frontera de este modelo de democracia dominicana existe justo ahí en la representación. Dado que los y las ciudadanas eligen a sus representantes en los estamentos de toma de decisiones, para lo cual nuestra democracia tiene dos instrumentos 1. Los partidos políticos, 2. Las elecciones. Nada más antidemocrático que un partido político dominicano.
Una vez elegidos estos representantes y ocupan curules en el Senado o en la Cámara de Diputados, (Congreso Nacional) institución de donde emanan las más trascendentales decisiones de la vida política, social y económicas. Suponemos que estos se deben a sus electores que delegaron en ellos sus decisiones, pero en la práctica estos representan a sus partidos. Frente a cada decisión importante consultan las líneas partidarias, momento en que el pueblo, el soberano, quien delego la decisión sale de la ecuación.
¿Es el partido el filtro idóneo entre el ciudadano y el representante? Esta es una de las fronteras de la democracia, donde se rompe el vínculo entre el representado y su representante. Frente a esto una posible solución sería la consulta obligatoria por circunscripciones electorales ante decisión que afecten la vida de los y las ciudadanas.
Segunda propuesta de abordaje
Este segundo abordaje puede ser aún mucho más complejo y polémico pues pretendemos abordar esas instituciones, esos espacios físicos o teóricos donde no llega la democracia.
Nadie en su sano juicio hoy día se atrevería a plantear alguna otra forma de gobierno que no sea democrático. La democracia es el concepto más debatido, batutiado y gritado en todos los confines sociales, pero es obvio que tiene sus límites y sus fronteras, veamos algunos lugares que están vedados a la democracia.
Nada mas totalitario en el mundo que un ejército, un cuerpo armado. Los ejércitos como instituciones sociales milenarias, han sobrevivido verticales frente a la democracia. Los hemos visto accionar para afianzar la democracia o para destruirla en términos sociales y políticos pero jamás han sido penetrados o atravesados por esta, los cuerpos armados siguen siendo hoy instituciones de mando vertical y de jerarquía dictatorial en su esencia y funcionan dentro de sociedades democráticas de manera desapercibida.
Más allá de los ejércitos nos encontramos la iglesia. Otra institución patriarcal, machista, antidemocrática vertical y totalitaria, sobrevive como parasito en los sistemas democráticos pero sin ser tocada por la democracia.
La familia, primer ejemplo de institución patriarcal, allí no llega la democracia. El poder en la familia se ejerce de padres a hijos de manera directa, vertical y violenta, su orden de jerarquía se nos da como natural y es intransigente.
Los partidos políticos. Siempre se nos ha dicho que los partidos son el sostén de la democracia, pero al mismo tiempo son los reproductores de culturas antidemocráticas como el adultocentrismo, el caudillismo, el presidencialismo y el machismo.
Es tema de debate la democracia en los partidos sin importar si son de derecha o izquierda. La democracia no es una práctica común en la vida partidaria y sus intereses responden rara vez a las aspiraciones de sus militantes.
Otra de las instituciones de vida democrática que es autoritaria por excelencia es la escuela, la concepción de la educación parte de la coerción; por tanto no ha de ser democrática. Nada más parecido a una cárcel o un cuartel que un aula, desde la estructura física básica las escuelas emulan a los campos de concentración nazis en su fisionomía. Paredes altas, púas encima de las paredes, portones de metal, y edificios tipo barracones. Un director del centro y unos individuos que toman cada uno un grupo para moldearlo y adoctrinarlos (profesores), la relación aquí como en las demás instituciones señaladas antes, es vertical y autoritaria.
Todas estas instituciones que tienen papeles fundamentales en la vida social y que se erigen como columnas donde se sostienen las sociedades modernas, niegan los principios rectores de la democracia pero coexisten en el ámbito de lo democrático. Al parecer hasta ahora solo nos preocupa la democracia como forma de gobierno nacional pero no tenemos interés en generalizar la democracia.
Quizás comprender las fronteras, los límites, conocer esos lugares desde donde exigimos democracia sin practicarla nos permita entender porque aun es débil la democracia, así quizás repensamos nuestra propia concepción de la democracia y podamos medir que tan democráticos somos, si es que lo somos.