¿Las lluvias pagan sus costos?. Se le atribuye quizás sin definida investigación al presidente Balaguer, el haber externado esta sentencia y que además la lluvia era el mejor secretario de Agricultura.
Si bien es cierto, que cuando hay una aguda y prolongada sequía, las lluvias son una bendición para los hombres del campo, que presencian sin poder remediarlo, cómo sus sembradíos languidecen hasta que mueren.
Sin embargo, desde que el cambio climático se ha agudizado como consecuencia de la gran emisión de gases tóxicos vertidos en la atmósfera por las fábricas y hasta por el ganado vacuno, se “ha virado la tortilla” y últimamente el planeta ha sufrido catástrofes inevitables, en donde, aparte de las pérdidas humanas, las industrias, agricultura y el comercio, tanto aéreo como marítimo han sufrido las consecuencias.
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Iniciaremos por abordar los acontecimientos que a nivel global ha impactado a varios países de nuestro continente. En diciembre pasado, en Colombia en el Estado Vargas, cayeron en los primeros días más de 1814 mm de agua, lo cual causó la saturación de los suelos, ocasionando enormes deslizamientos de tierra, acompañado de rocas, árboles y la pérdida de la capa vegetal de las montañas. La gran mayoría de los países del mundo contribuyeron para que la desgracia sufrida no fuera mayor, inclusive Venezuela, puso a disposición el aeropuerto de Maiquetía, para el recibo de los damnificados y la ayuda extranjera.
En Quito, la capital del Ecuador, en los últimos días un aluvión provocado por el deslizamiento de tierra, dejó un saldo 11 muertos y 32 heridos y se presume, que estas cifras aumentarán a medida que se proceda a la recuperación y reparación de los daños.
Nigeria, en África occidental, sufrió grandes inundaciones provocadas por las fuertes lluvias en las cuales perecieron más de 200 personas, afectando a más de 160 mil habitantes, de la más poblada nación africana.
Hubo otras desgracias causadas por los fuertes aguaceros acompañados de vientos huracanados, pero nosotros vamos a referirnos a los graves ocurridos en República Dominicana.
En Villa Vásquez en el Nordeste del país, el desbordamiento de la represa Charcaso, cientos de familias quedaron afectadas por las inundaciones a sus viviendas. Un gran número de vacas y chivos perecieron, así como graves y desastrosos daños a la agricultura.
La mayor tragedia en nuestro país causada por enormes aguaceros ocurrió, cuando en la madrugada del día 24 de mayo de 2007, el río Blanco, que nace en Haití, con una furia inusitada, sepultó la comunidad conocida como La 40 en Jimaní, barrida por un río que tenía más de 90 años sin pasar por zona habitada. Más de 400 personas perdieron la vida en la zona fronteriza de Jimaní. En Haití, también causó más de 300 víctimas. Entonces, por temor a que ocurriera un brote de enfermedades por la magnitud de la tragedia, obligó a sepultar los cadáveres en fosa común sin identificar a los cadáveres.
Cabe señalar, que en la Cordillera Septentrional, al parecer su composición es tal, que las fuertes lluvias contribuyen a los deslizamientos de tierra. Es por eso, que la carretera denominada la Turística, entre Santiago y Puerto Plata, ha sido constantemente reparada cada vez que suceden grandes aguaceros y deslaves de tierra.
Hemos llegado a la conclusión de que la lluvia en abundancia solo beneficia cuando se trata de apagar incendios forestales, tal y como ocurrió en Australia, cuando apagó un fuego que consumió 10 millones de hectáreas y 250 edificios y más de 1,300 viviendas, muriendo además 26 personas. En estas circunstancias es que las lluvias pagan sus costos.