Los datos más contundentes que arrojan los resultados de las recientes elecciones municipales son la confirmación del proceso de caída libre hacia el despeñadero que actualmente vive el PLD, arrastrando consigo hacia el fondo a FP, como hace el que se está ahogando. La debacle electoral de ambos partidos es un indicador de que nada tienen que buscar en el torneo electoral de mayo próximo. Otro dato es el sostenido posicionamiento del PRM como principal partido. A nivel nacional el promedio de votos del primero ha sido 16% y del segundo un pobre 4%, frente a más del 70% del PRM. Eso significa una veintena de municipios entre los dos, frente a 126 del PRM, más 14 de sus aliados, válidos para un 88.6% de las alcandías (138 de 158), lo cual indica que el comportamiento electoral del PLD/FP en este torneo los sitúa, coyunturalmente, al borde de una relativa insignificancia política.
Es significativo que dos colectividades como FP y el PLD hayan sido mantenidas en posiciones de debilidad para evitar que pueda volver el pasado de las numerosas estructuras mafiosas que se organizaron en los Gobiernos peledeístas, pero una aguda debilidad las fuerzas de oposición y el predominio cuasi absoluto de una fuerza política en un determinado sistema, dificulta la concreción y sostenibilidad de consensos políticos y de proyectos de reformas política/institucional y además puede estimular las tendencias hacia el avasallamiento y la intolerancia política y hasta social.
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Por otro lado, más que los números que arrojan los procesos electorales son los mapas donde mejor se visualiza la magnitud de lo ganado o perdido por uno o varios partidos que participan en un torneo, máxime cuanto estas son de carácter local, como la referida. Pero ambos, números y mapas, deben ser debidamente leídos para calibrar más objetivamente la comprensión unas elecciones. En este caso, el mapa de los resultados de estas elecciones es prácticamente monocolor.
En muchos casos no hubo cambio, sino, algunas veces, la continuidad de lo peor, sin que falten casos en que el vencedor es peor que el vencido. Son cuestiones para tomar en cuenta, como también el tema de abstención que ha sido de 53.4%. Muy baja. Esto se relaciona con limitado nivel de satisfacción ciudadana sobre la oferta y gestión de los servicios municipales. La cual ha sido medida en diversas encuestas. Es llamativo que la alta abstención en los mayores centros urbanos, donde mayor es la demanda de servicios, mayor inseguridad y concentración de pobres en término absoluto y más desigualdad social. El entusiasmo de algunos por estos resultados es comprensible, no así que no los calibren en su justa dimensión.