Si existe un dirigente político dominicano ampliamente beneficiado del transfuguismo, que es la praxis de desertar o pasarse de un partido a otro, ese se llama Leonel Fernández, el ex presidente de la República que terminó por dividir un partido importante al cual lideró largamente tras perder las primarias abiertas, y ahora aspira a gobernar como candidato de una organización cuya fundación y desarrollo se deben, en gran medida, precisamente al transfuguismo.
Ante todo, el tránsfuga –sinónimo de desertor y traidor- puede ser sancionado por la violación a la Ley 15 del 2019, Orgánica del Régimen Electoral y la Ley 33 del 2018 Sobre Partidos, Agrupaciones y Movimientos políticos, que tienen como efecto la imposición de limitaciones reglamentadas en los derechos políticos del infractor.
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En esa infracción incurrió Fernández en los comicios de julio del 2020, pues fue precandidato a la nominación presidencial del PLD, del que se marchó tras ser derrotado por Gonzalo Castillo argumentando un fraude electoral que nunca probó, desacatando el resultado de la voluntad popular del partido que presidió durante décadas para presentarse como candidato presidencial de otra organización.
Al no sancionarlo, los órganos electorales y de justicia ignoraron la ley, la cual ha quedado prácticamente sin efecto desde entonces haciendo del cambio de partido un acto cada vez más usual y rutinario, que se realiza sin aflicción ni remordimiento.
Pero el mayor acto de transfuguismo de Fernández consistió en despojar al PLD de la condición de segunda mayoría del Senado de la República al comprarle las lealtades de cinco legisladores electos para la Cámara Alta. Así, a fuerza de transfuguismo, la FP arrebató al PLD la mayoría opositora, afectando la composición bicameral del Congreso.
Ahora a Fernández le están dando de su propia medicina. Legisladores, dirigentes, alcaldes y regidores de su FP se están pasando hacia el PRM, disgustados por su desesperanzador discurso de que solo puede ganar en segunda vuelta y atraídos por un partido, que en apenas seis años, llegó a gobernar, que lucha contra la corrupción y gobierna decentemente, que presenta un candidato a la reelección que, conforme a las encuestas, ganará en la primera vuelta apoyado en la transparencia, amplio programa social y la recuperación económica.
El transfuguismo forma parte del descenso de los niveles éticos y estéticos en la política dominicana, pero cuando se pudo sancionar ejemplarmente las autoridades electorales, en connivencia con Fernández, violaron la ley haciéndola impracticable.