Agradezco la colaboración de todos los que pusieron su granito de arena para hacer realidad la publicación de mi libro. Transición electoral 1966-96 es un primer tomo pensado durante años en el interés de contribuir a un análisis y entendimiento de la dinámica política y electoral con posterioridad a la guerra civil de 1965. A los efectos, los elementos emocionales y las pasiones han obstruido la posibilidad de que la crónica de los acontecimientos político-electorales sean observados con la tranquilidad y rigurosidad que acercan a la objetividad. Por el contrario, en un tramo importante de la vida institucional, el militantismo y/o los odios, derivaron en obstáculos para presentarnos los hechos desde una perspectiva ideal.
Mi interés, al describir toda la turbamulta política desde 1966-96, descansa en colocar en el justo contexto a los líderes, posturas personales, aparatos partidarios, incapacidad de cohabitar y los fenómenos de carácter social y económico, invisibilizados, pero factor determinante a la hora de evaluar los resultados de procesos electorales.
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El hecho de mayor singularidad desde la celebración de las elecciones de 1966 hasta el primer triunfo del PLD en el 1996 está asociado con las características de sus figuras políticas esenciales: Joaquín Balaguer, Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez.
Los líderes fundamentales del PRD, PRSC y PLD exhibieron posturas de corte personalistas y fomentaron una noción autoritaria desde el mismo corazón de sus instituciones, impidiéndole a la sociedad un respiro de gran calado democrático que acelerara los traumas de tres décadas de oscurantismo. Es decir, su rol a partir del 1 de junio de 1966 no desmontó de inmediato la cultura autoritaria porque los llamados a dar el gran salto poseían en su ADN evidentes manías imputadas a lo que muchos creyeron sepultado en la noche del 30 de mayo de 1961.
Afortunadamente, el paso de los años habilita una interpretación sosegada de los hechos. Así, hoy podemos leer con mayor sentido de justicia, los liderazgos que eclipsaron la vida de los dominicanos, poniéndonos en capacidad de no calcar sus errores. Sin los aparatos partidarios clásicos, sus aspirantes históricos y una sociedad con mayor nivel de conciencia, la democracia actual dista mucho de ser perfecta. Ahora bien, avances en materia de un sistema electoral menos vulnerable y una observación cívica de alta significación, dificultan la vuelta a episodios desafortunados, caracterizados por la burla de la voluntad popular.
Finalmente, la publicación del libro que pongo a disposición de los lectores busca auscultar y/o identificar los elementos excepcionales de esos treinta años de competencia política-electoral, casi siempre, desconocidos en el detalle íntimo por una parte importante de la sociedad. Aspiro concluir el tramo de investigación del periodo 1996-2020, pronto y entregarlo como segundo aporte para un mayor entendimiento de las singularidades de la política y la cultura electoral de nuestro país.