“Como quien no quiere la cosa… ¡una cita a ciegas despertó una vida!… Dos chamos navegaron por las redes hasta encontrarse… Así comenzó lo que es ya una nueva familia…” –ese que así habla es Píndaro… Sonriente y orgulloso porque la hija más pequeña de su entrañable Herminio ha sellado sentimientos junto a su ahora compañero de lucha en este trayecto por la vida-…
Bajo una palmera, dos orgullosos padres sonríen e intercambian recuerdos de su chamo Luigi, a quien han visto romper el cascarón del techo familiar para hacer tienda aparte con su chama… “Debora –dice José Luis-, pensar que Luigi, nuestro primero y gran consentido, vino a nosotros una madrugada caraqueña en la que por fin llegamos a un acuerdo de llamarle Luis Andrés, para relacionarlo a sus padres…”, a lo que ella interviene y señala: “¡Habló antes de cumplir su primer año!”… “¡Siiiiiiii!” – grita excitado José Luis- “Le dio con andar montado en su caballo de palo a quien bautizó como ‘Yuca’… forrado con una capa del Zorro y un sombrero verde…”.
En el ‘otro lado del charco’, Herminio y Carmen Rosa están en lo mismo… Ambos han visto que el tiempo de soltería de su pequeña hija se acaba… “Mira Miño –dice Carmen-, ¿Recuerdas que cuando supimos que Anadel nacería, luchábamos por devolverle la salud a su hermano que en ese entonces tenía un año y tres meses?… ¡Tengo la certeza que su determinación y su espíritu de lucha por enfrentar adversidades fue impregnado en ella al ser concebida en un momento tan especial!… “Es cierto –asevera Herminio-, desde siempre ha sido alegre y con una facilidad inmensa de hacer amistades… Su creatividad brota a borbotones, lo que desde niña le permitía diseñar actuaciones para entretenernos a todos en familia”.
En su mundo, Debora y José Luis se miran uno al otro escudriñando en los recuerdos de Luigi… “¿Recuerdas la suerte que tuvo cuando se dispuso a comprar su segundo vehículo?” –indica un papá feliz-… “Cuando fue a la Agencia a negociarlo, tenía en el bolsillo un boleto de una rifa para un carro, que le había yo regalado… Luego de ver modelos para escoger, por pura curiosidad pregunta que quién había sido el agraciado en la rifa que esa mañana había finalizado. La respuesta del encargado no se hizo esperar: ¡El ganador ha sido Luis Pérez-Durán!… ¡Sus saltos de alegría contagiaron a todos los presentes!” -concluyó José Luis-… En eso, Debora interrumpe y le indica: “Jamás olvidaré el orgullo que sentí al verlo asistir, recién licenciado de Mercadeo, participar en las Juntas Directivas del banco allá en Venezuela…”.
Carmen Rosa y Herminio parecen estar en lo mismo que sus consuegros… Tal parece que, con la realidad de ver partir a su pequeña, les ha invadido una profunda nostalgia… “¿Recuerdas? –exclama una madre feliz-… ¡Siempre fue una amante de los deportes!… Natación.. Volibol… Boliche… ¡Jamás olvidaré que, a sus catorce años, se convirtió entonces en la competidora más joven en el Mundial de Boliche celebrado en la ciudad de Las Vegas, en Nevada… La disciplina adquirida le permitió que, al terminar sus estudios en el Colegio Babeque, tomara la gran determinación de ausentarse a los Estados Unidos a cursar y completar con honores las carreras universitarias de Mercadeo y Administración de manera simultánea… Su alto grado de independencia le facilitó su rápida adaptación en los Estados Unidos, donde desde hace ya 17 años no para de superarse”… “Cierto –agrega Herminio-, hoy la vemos como Entrenadora Certificada de Yoga para Niños y Adultos, Coach de Salud y Bienestar, y Fotógrafa Artística”.
“¡Luis Andrés siempre ha tenido mucha suerte!– dicen sus padres a una sola voz-… Esto se demuestra al haber conocido y conquistado a su chama… ¡Todo lo que a ellos se les ocurre ha sido siempre muy original y único!… Sólo a ellos se les ocurrió comprometerse con un anillo de chupeta (ring pop)… De verdad… ¡sólo a estos dos!… ¡Que felices estamos que este par se haya encontrado!”- exclaman.
Píndaro, que ha estado feliz escuchando estas expresiones de ambas familias, no quiere dejar pasar el momento y pregunta a su pana Herminio y a Carmen Rosa: “¿Y qué esperan ustedes de esta unión?”… La respuesta no se hace esperar. Al unísono, ambos exclaman: “¡Deseamos que esta relación perdure todo la vida!”.