Los altos niveles de conflictividad en el mundo postmoderno, la insatisfacción acumulada, la soledad, los vacíos existenciales, la ruptura de vínculos y apegos; más, el estrés, la tensión, la irritabilidad y la vulnerabilidad, predicen que vamos mal con nuestra salud mental. La crisis de valores, la perdida de identidad, la falta de compasión, dealtruismo, de solidaridad y de empatía entre los humanos, predicen el aumento de la desesperanza, los sentimientos de minusvalía, de inutilidad, de infelicidad y de remordimiento social, que se convierten en una vía hacia la depresión.
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La depresión es una enfermedad médica, diagnosticada y tratada por los psiquiatras. Tiene una alta comorbilidad con la ansiedad, las enfermedades del corazón, del estómago, el cáncer y las enfermedades inmunológicas. En pocos años, la depresión va ocupar la primera causa de discapacidad y de falta productividad en el mundo, de insatisfacción y de infelicidad, pero también, de pobre desempeño, de mala calidez de vida. Además, de pensamientos suicidas y de intento de suicidio. Ese exceso de vivir atrapado en el pasado, acompañado de sentimientos de culpa, remordimiento, enojo crónico, odio, vergüenza, autocastigo y victimización, producen episodios depresivos. Sin embargo, la distimia, es una depresión crónica, pero de síntomas leve que van mermando la cognición, el estado de ánimo, la autoconfianza para competir y pedalear la vida, es lo que hace estrago en millones de personas que deambulan desmotivados, desenfocados y con pobre resultados de vida.
La depresión afecta a los niños y adolescentes, a los adultos y envejecientes, a ricos y pobres, a blancos y negros. Es una enfermedad con diferentes causas: química, psicológica, social y médica. Los estragos de la depresión aumentan cuando no es diagnosticada a tiempo o no hay tratamiento adecuado y buen seguimiento del psiquiatra. Las complicaciones llegan por el abandono de tratamiento, la falta de chequeos médicos, de psicoeducación en la familia y del propio paciente.
Desde el punto de vista social y cultural existen prejuicio, estereotipos y estigma sobre esta enfermedad: “la depresión es para gente blandita, falta de carácter y de vagos”.
A la población general, a médicos de la atención primaria y especialistas hay que entrenarlos y educarlos sobre la sintomatología psicosomática de la depresión, de los fármacos y enfermedades que van a comprometer el estado de ánimo de los pacientes.
Los estragos de la depresión son: abuso de alcohol, abandono de trabajo, ausentismo laboral, accidentes, aislamiento social, disminución o aumento de peso corporal, infelicidad, intento o suicidio consumado.
También es importante reconocer que es una enfermedad con una carga heredo-familiar, o sea, genética, que afecta a varias generaciones en una misma familia.
Qué hacer con la depresión: identificarla, conocerla, buscar la ayuda, aceptar la medicación y la psicoterapia. Nunca se debe sentir vergüenza por padecer la depresión, ya que es una enfermedad al igual que la hipertensión o la diabetes que necesitan de tratamiento y de buen seguimiento médico.
Todos conocemos a personas que padecieron de depresión y curaron, otros han tenido tratamiento por más largo tiempo, y, un porcentaje pequeño lo usará para toda la vida.
Ayude a las personas que padecen de la depresión, con el acompañamiento, la comprensión y el apoyo, son medidas fundamentales para solucionar y evitar los estragos de esta enfermedad que lleva a tantas personas a quitarse la vida.