Una obra para rescatar y honrar la memoria histórica

Una obra para rescatar y honrar la memoria histórica

El libro busca acercar el personaje a los jóvenes.

Autor llama al Estado a democratizar la cultura, que el parasitismo sea erradicado y haya así fondos para editar investigaciones

Manolo: Una obra para rescatar y honrar la memoria histórica. En la búsqueda sobre personajes históricos quedan descubiertas contradicciones, testimonios arreglados, afán de protagonismo, de idolatrar, cicatrices e incluso heridas abiertas. Con todo eso topó Ling Almánzar en la invetigación para escribir “Manolo, la ilusión heroica”, aporte para que esta y las próximas generaciones conozcan el legado de Manuel Aurelio Tavárez Justo.

Consciente de que el escritor es también cirujano, remendador, está claro del cuidado que ameritan los hechos a tocar, puesto que la magia de la historia contemporánea está más en la forma que en el fondo y hay tanta sensibilidad como pasión y hasta mucho celo de familia pese al tiempo.

Lamenta que la vida de Manolo sufra una suerte de olvido heroico. Le pasa lo mismo que a Duarte y a otros prohombres, realzados solo en ciertas fechas, cumpleaños, muerte…

“He escrito, quizás, su primera biografía acabada. Descubrí al gran ser humano que se dejó arrastrar por pasiones circunstanciales y por un grupito de ‘fiebruses’ de la Revolución cubana”, cita el autor.

Almánzar cree que esos idólatras de Fidel Castro llevaron a Manolo a su gran aventura final y en la obra señala sus virtudes pero igual sus ‘pecados’, porque su admiración la describe como devoción racional “y eché al zafacón la basurilla restante”.

Persigue, anhela que los jóvenes aprecien “la vida de mi héroe”, que imiten al Manolo de ayer, que las escuelas recojan su legado, zanjar ese gran vacío histórico, esa marginación a joyas de la patria “mientras cualquier pelagatos es celebrado como héroe de guerra en la cultura de la banalidad máxima”.

El libro llega ahora, cuando las apariencias valen más que el conocimiento, y un influencer tiene más autoridad que un pensador, las redes son diosas en un mundo superfluo. WhatsApp pesa más que el Quijote, Facebook más que la Biblia. “Y no hablemos de Instagram, esa vitrina absurda del espectáculo”.

Obra construida a martillazos, para parafrasear a Nietzsche y terminada después de muchas maromas intelectuales, recobrada y suelta, convertida cada vez más en cuerpo de palabras, sustentada por muchos textos y consultas, y Almánzar cita a Edwin Disla, “autor de Manolo, la historia novelada, no al revés: novela histórica. Es maravillosa”.

Confiesa que escribió en papel sin líneas y suelto, para evitar pensar sobre páginas lineadas, atadas a otras que lo coartan, petrifican y enclaustran. Escribía a pedazos, antojadizo: a veces unos párrafos, otras no paraba.
Al final aceleró para cumplir con la fecha autoimpuesta, diciembre, aniversario de la muerte de Manolo y lo logró: salió el día 21.

Ahora quiere llevar ese trabajo a escuelas, impartir charlas, participar en ferias del libro…mostrarlo.

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