Es a partir de los años noventa cuando el maestro Montilla recibió el Gran Premio de las artes visuales con su obra “Fragmentación de un gagá” en el marco de la XVII Bienal Nacional de Artes, que despertamos nuestro interés crítico por una obra singular y excepcional dentro de la Historia del Arte de República Dominicana y del Caribe.
Desde el veinte de octubre el Museo de Arte Moderno presenta una magnífica retrospectiva en todo el segundo piso con un proyección temporal hasta el 15 de enero de 2023.
Perteneciente a la generación de los setenta, siendo uno de sus mayores valores, Montilla confirma ante todo una maestría concisa y precisa en todas las exigencias del arte y del oficio, en estas doscientas obras que trascienden en su diversidad de técnicas y soportes con una limpieza y una depuración visual exquisita.
La selección de la totalidad responde a una gran responsabilidad selectiva, con una didáctica crítica digna para el futuro de una monografía razonada, pues aquí la exhibición se visita como un libro abierto de arte.
En su primera etapa la Retrospectiva presenta obras entre los sesenta y ochenta, donde se manifiesta la gran diversidad de ejecución del artista, en todas las técnicas sobre papel, en su atracción por la cera y el grabado con las pinturas de esa misma etapa.
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La exhibición de sus pinturas entre 1983 y 1992 destapan la esencia en 100 obras el mundo simbólico y surrealista de Montilla, en un entorno cósmico y terrenal donde se expresa el cultivo intenso de la materia pictórica dominada por todo un proceso técnico cuyo misterio y mística solo conoce el artista.
La acuarela está presente, con una muestra de su ejecución entre el 2008 y 2022. Aquí, las tonalidades son cálidas, diáfanas, con unos matices en las luces y sombras exclusivas, ofreciéndonos lo más hondo de las emociones y el pensamiento del maestro. La representación de los cuerpos sugeridos nos ponen a soñar y a divagar con pie firme en la tierra y proyección en el universo, pues las figuras representadas tanto en las pinturas como en los dibujos y las acuarelas pero también en aguatinta y agua fuerte son sujetos visuales con una simbiosis de cuerpos humanos totalmente fusionados con cometas, astros, estrellas meteóricas conformando una poética y una ilusión que desata en el espectador una visión totalizante de su estética.
Aquí queremos honrar la claridad con la que el honorable Luis Gonsález Robles se expresó sobre la factura de Montilla en 1992, con motivo de su individual en Galería 37 de Madrid “Montilla plantea su mundo cósmico en unos espacios de fascinante intensidad que provocan una atmósfera ideal para la valoración intuitiva de las formas de sus imaginados objetos, que nos lleva más allá del simbolismo, acercándonos a imágenes en las que la realidad interior y la realidad exterior son una misma cosa”.
Esta misma apreciación de Robles se puede sostener en las esculturas, cuyos volúmenes confirman y asientan el guiño plástico hacia los elementos cósmicos, hacia los meteoritos y las cometas de colores alegres y vivos que parecen ir de la tierra al cielo, es decir desde el mismo taller de ejecución visual
Es impresionante la coherencia de todo el discurso visual y técnico del artista desde el año 1974, cuando ya fue reconocido como un excelente dibujante que le llevó a recibir ese año el primer premio de dibujo de la XIII Bienal Nacional de Artes Visuales, lo que le valió que Gómez Sicre le organizara en 1975 su primera exposición individual en Washington.
El Museo de Arte Moderno se viste de gala con la Retrospectiva de Manuel Montilla “Cosmos Imaginarios” 1969-2022.
Una selección de una obra impecable, coherente, sostenida, madurada y respetada durante más de cincuenta años.
En nuestra primera visita, nos encontramos con el artista acompañando un grupo de visitantes, totalmente integrado a las explicaciones, observaciones y comentarios del maestro, quien se expresaba en la humilde elegancia que le caracteriza y el rigor y respeto por su propia obra, con actitud de entrega y acercamiento al público.
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Personalmente, hemos tenido una experiencia profesional en 2016, cuando nos interesamos como crítica y lectora de arte por la magnífica muestra “Antológica” en la Galería Nacional de Bellas Artes, de Santo Domingo. Allí tuvimos el privilegio de vivir el conocimiento del maestro en cuanto a la distribución de su obra en su montaje, apreciamos todo el respeto que tiene por su trabajo y toda la seriedad en cuanto a la entrega hacia el público.
En esta Retrospectiva se mantiene ese ritual del artista, la curaduría conducida por Ana Angelán Fernández y Amable López Meléndez es impecable, y se siente a través del conjunto el alma del artista, lo que se merece un bravo, franco y sincero.
La museografía de la arquitecta Ingrid González Martínez nos conduce de obra en obra, de etapa en etapa con un movimiento aéreo y libre en el espacio, con una libertad en las idas y vueltas, porque la obra lo pide y la museógrafa supo darle a la dinámica de visita una ligereza de movimiento y alcance digno de los museos más famosos el mundo.
Insisto, esta Retrospectiva está nutrida y montada para que de ella surja una monografía razonada de uno de los maestros excepcionales del arte contemporáneo dominicano.
Urge pensar esta obra para moverla internacionalmente, el artista reside en Madrid, es decir Europa. Pensamos que es necesario que se levante un interés para que esta Retrospectiva se manifieste en Francia, España, Bélgica, Inglaterra. Es un sueño que podríamos hacer realidad con la contribución de nuestras embajadas. Sería cumplir con una coherencia necesaria a la marca país.