Mary Shelley: visionaria del Siglo XIX-autora de Frankenstein, el moderno Prometeo

Mary Shelley: visionaria del Siglo XIX-autora de Frankenstein, el moderno Prometeo

Percy Shelley Shelley

Parte 1 de 3 La familia

Leer a Frankenstein a la edad de 13 años me estremeció, releerlo en mi adultez me conmovió profundamente. Acostumbro a leer las biografías de los autores antes de leer sus obras. De esa manera, siento que estoy más cerca de los orígenes de su cosmovisión y disfruto más de sus libros. Bien conozco las creencias de Barthes, Foucault, Derrida, Robbe-Grillet…, sobre el hecho de que se debe matar al autor (olvidarse de su existencia y de quién es) porque afecta la interpretación del escrito, pero confieso que en mi caso sucede lo opuesto. Estoy convencida de que las experiencias de vida del autor impactan su obra. Para los fines de este ensayo he seccionado la historia de la vida de la escritora Mary Shelley (n.1797-m.1851) en tres partes: su vida familiar y adversidades; su relación con la literatura y la ciencia y, finalmente, un análisis crítico de la obra que la llevó a la posteridad.

Desde una visión positiva, Mary Shelley (Mary Wollstonecraft Shelley) nació en un ambiente intelectualmente privilegiado escuchando diálogos de grandes pensadores, filósofos, políticos y poetas que visitaban su hogar como fueron: Lord Byron, Percy Shelley, Samuel Taylor Coleridge y Aaron Burr, entre otros. Tuvo la dicha de contar con unos padres de pensamiento profundo y progresista; estuvo expuesta a diálogos filosóficos, políticos y religiosos. Vivió bajo los efectos de dos revoluciones: primero bajo la “Revolución científica” (siglos XVI-XVIII) que se caracterizó por un cambio en la forma en que se entendía el mundo, bajo el método científico, la experimentación y el pensamiento racional desafiando las ideas prevalecientes y sentando las bases para la ciencia moderna. Y, en segundo lugar, la “Primera Revolución Industrial” (finales del siglo XVIII y principios del XIX). Esta revolución fue impulsada por avances en la tecnología, la energía y la producción. Tuvo un gran impacto en la sociedad, transformando la economía, el transporte y la vida cotidiana. Fue el tiempo, además, de la Revolución Francesa (1789-1799), época de grandes cambios y del fin de los privilegios de la monarquía, el clero y la nobleza.

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Mary Wollstonecraft Shelley, no recibió una educación formal, pero recibió una enseñanza avanzada

Mary Wollstonecraft Shelley, no recibió una educación formal, pero recibió una enseñanza avanzada para una niña de su época bajo la guía de su padre. Tuvo una institutriz y una tutora, y leyó múltiples libros de la biblioteca familiar. Su padre la describió a los quince años como una chica «singularmente valiente, un tanto impetuosa y de mente abierta. Sus ansias de conocimiento son enormes, y su perseverancia en todo lo que hace es casi invencible». Su madre Mary Wollstonecraft fue una de las precursoras del feminismo y en su obra “Una vindicación de los derechos de la mujer: con observaciones sobre temas políticos y morales” A Vindication of the Rights of Woman: with Strictures on Political and Moral Subjects rebate la postura sostenida en el siglo XVIII de que las mujeres no debían tener acceso a la educación. Argumenta y sostiene que las mujeres merecen los mismos derechos fundamentales que los hombres. Decidió escribir el texto tras leer el informe de 1791 de Charles Maurice de Talleyrand-Périgord para la Asamblea Nacional Constituyente de Francia. Este diplomático de gran influencia fue un obispo, político y estadista francés de extrema relevancia e influencia en los acontecimientos de finales del siglo XVIII e inicios del XIX. Sostenía que las mujeres solamente debían recibir educación relacionada con el ámbito doméstico. Nótese el tipo de madre que tenía Mary Shelley. Lamentablemente, murió once días después del parto. Su madre murió al darle vida. Mary conoció y estudió el pensamiento de su madre a través de sus escritos, de hecho, se dice que visitaba junto a Percy Shelley la tumba de su madre y leían juntos su obra.

William Godwin, su padre, reconocido por sus ideas radicales sobre el Gobierno y la sociedad, era una figura reputada no solo como periodista, filósofo, político, novelista y estudioso de los filósofos franceses, sino por sus fuertes escritos. Muestra de ello es la “Investigación sobre la justicia política” (1793). Se le considera uno de los precursores del pensamiento anarquista. Fue sacerdote calvinista durante un tiempo, pero tras unos años dejó la iglesia para servir al pueblo. Creía en la bondad innata del ser humano, pensamiento heredado de Rousseau; adoptó los principios de los enciclopedistas, y en su ánimo estaba la abolición de todas las instituciones existentes: políticas, sociales y religiosas. Creía que un debate calmado era lo único que se necesitaba para realizar todo cambio, y desde el principio hasta el final de su carrera, despreció la violencia. En 1793, con la Revolución francesa en pleno apogeo, Godwin publicó su obra magna sobre ciencias políticas: “The Inquiry concerning Political Justice, and its Influence on General Virtue and Happiness” [«Disquisición sobre la justicia política y su influencia en la virtud y felicidad de la gente»]. En el escrito expone sus ideas sobre el Gobierno, la moralidad y la naturaleza humana. Su pensamiento se ha resumido en la siguiente frase: “Las leyes que regulan la propiedad y la moral son inútiles si los hombres no son virtuosos y superfluas si lo son” (1973). Godwin murió en la pobreza a la edad de 80 años.

Veamos ahora la parte desgarradora de la vida de nuestra autora. Como vimos, desde su nacimiento Mary Wollstonecraft Godwin estuvo demasiado cerca del “recolector de almas” (la parca, el ángel de la muerte). Recordemos que su madre murió después del parto. Hay personas que nacen con lo que los orientales llaman un karma acumulado (ley de causa y efecto), un destino oscuro (poder inexorable) una maldición (expresión a través de la cual se le desea un daño a una persona), una mala suerte que los persigue (encadenamiento de sucesos que es considerado como casual o fortuito) una nube negra que los acompaña (metáfora para describir una sensación de mala suerte, desgracia o problemas persistentes que parecen seguir a alguien a donde quiera que vaya). Mary Shelley es una de ellas.

Su vida fue un reto, difícil y complicado. Lord Byron y el poeta romántico Percy Bysshe Shelley eran amigos de su padre y visitaban su casa constantemente. «Ella veía a Percy Shelley como la personificación de las ideas liberales y reformistas de sus padres…” Godwin afirmaba, además, que ella estaba enamorada del “aspecto salvaje, intelectual, ultraterreno» de Shelley. Mary y Percy se enamoraron, pero bajo la negativa de su padre huyen y se llevan consigo a su hermanastra Claire (Jane). Para entonces, Percy se encontraba casado. En octubre de 1816 su hermanastra (Fany Imlay) se suicida; el 10 de diciembre del mismo año Harriet Westbrook Shelley, la esposa de Percy, se ahoga en el río (otro suicidio).

La pareja decide casarse para que el juez le ceda la custodia de los hijos de Harriet, pero por la vida disoluta de Shelley la petición le es denegada. Para entonces, el hijo recién nacido de Percy y Mary fallece. Por su lado, Mary tuvo como fruto de su unión con Percy Shelley cuatro hijos y solo sobrevivió Percy Florence Shelley como resultado de su último parto. Claire y Byron procrean una hija que muere en un convento. Incluso Percy Shelley murió ahogado mientras la nave en que andaba fue arrastrada por una tormenta. Su cuerpo apareció días después. Estas tragedias marcaron profundamente la vida de Mary Shelley y, de alguna manera, se reflejan en la oscuridad y las reflexiones sobre la vida y la muerte que se encuentran en su obra «Frankenstein o el moderno Prometeo”. En 1836 murió el padre de Mary.

En 1816, antes de lo antes dicho, la pareja pasó un verano con George Gordon Byron, John William Polidori (médico de Lord Byron) y Claire Clairmont cerca de Ginebra, Suiza, donde Mary concibió la idea para su novela Frankenstein. Mary Shelley regresó a Inglaterra y desde entonces y en adelante se dedicó a la educación de su hijo y a su carrera como escritora profesional. La última década de su vida estuvo plagada de enfermedades, probablemente vinculadas al tumor cerebral que acabaría con su vida a los 53 años.

Un pequeño adelanto: “¿Debo ser considerado un criminal cuando toda la humanidad ha pecado en mi contra? (Pregunta el ser creado por Dr. Frankenstein).