Todos los planes estratégicos de Santiago del 2000 al 2030, incluyeron el diagnóstico del sistema educativo. Las grandes masas de estudiantes que asisten a las escuelas son decisivas para promover el dominicano que deseamos para las ciudades y territorios saludables que aspiramos lograr al año 2030.
Para el Consejo Desarrollo Estratégico de Santiago (CDES), la escuela debiera masificar buenas conductas ciudadanas. Modos de vida saludables, incluyentes y de prevención básica de problemas sociales.
Al año 1950, el porcentaje de analfabetos dominicanos (62.3%) alcanzaba a casi dos tercios de las personas de 10 años y más. 10 años más tarde, en 1960, se había reducido a 34.2%. Para el censo 1993 esta cifra descendió a 19.3%. En 2021 de acuerdo a los indicadores educativos, este porcentaje es 6.3%. Todavía no logramos que 100% de la gente sepa leer y escribir.
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En 2002 la provincia Santiago acumulaba 908,102 habitantes. De este total había 213,130 alumnos (23%). Veinte años después (2023), Santiago municipio acumula 175,003 estudiantes de una población de 791,568 habitantes. En la provincia, el Censo 2022 arrojó 1,074,684; registrándose 225,504 estudiantes (20%). Aunque hay más escuelas construidas, el porcentaje de inscritos parece que tiende a reducirse.
El artículo 58 de la Ley 66-97, impone la calidad de la educación. Los anuarios de indicadores recogen en 2021 nueve grandes dimensiones de donde se derivan indicadores del sistema educativo.
Son parámetros de calidad de acuerdo a la ley, los siguientes. Rendimiento de aprendizajes alcanzados por estudiantes; coherencia entre fines educativos, estrategias y resultados; eficiencia de procesos administrativos; inversión de recursos de acción educativa y peso de la innovación, investigación y experimentación educativa.
Igualmente, las características afectivas, físicas y sociales de los estudiantes; tipologías personales y profesionales de los educadores, calidad de vida y facilidades que disponen; programación académica, contenidos curriculares y materiales didácticos.
Asimismo, se deben medir procesos de aprendizaje y estrategias metodológicas; condiciones físicas de aulas, laboratorios, bibliotecas, canchas deportivas, recreación, agua potable, iluminación y equipamiento. También el grado de compromiso e intervención familiar; la orientación educativa y profesional y, finalmente, el tipo de investigación educativa que se aplica para identificar los problemas del sistema y adoptar correctivos. El Observatorio de Calidad Educativa en Santiago (OBCAES) utilizará 14 dimensiones críticas. Las clasificará en 70 indicadores que aportarán criterios matemáticos para reconocer la buena calidad de la educación. Fundamentado en este observatorio, se diseñará un premio anual para contribuir con una educación de calidad que aporte los ciudadanos que sepan exigir sus derechos, pero asimismo cumplir al 100% sus deberes con el barrio, la ciudad y la nación.