Invito a los apasionados del lenguaje a que reflexionemos sobre las siguientes preguntas: ¿Es posible vivir sin metáforas? ¿En qué medida las metáforas embellecen el lenguaje? Y, finalmente, ¿cuáles son las metáforas cotidianas que caracterizan nuestra era contemporánea, marcada por la Cuarta Revolución Industrial? Bien sabemos todos que las metáforas son elementos esenciales del lenguaje humano porque constituyen la base misma del pensamiento abstracto. A través de la metáfora, convertimos conceptos complejos en imágenes y experiencias más accesibles.
De esa manera facilitamos la comprensión y la expresión de ideas abstractas. En este sentido, vivir sin metáforas sería casi inconcebible, ya que ellas permiten la articulación de nuestro pensamiento y nuestras emociones de una manera que va más allá de lo literal. Igualmente, las metáforas, al transformar lo abstracto en lo concreto y lo ordinario en lo extraordinario, enriquecen el lenguaje con una dimensión estética que no solo cautiva al receptor, sino que también intensifica la comunicación.
Pero ahora, que nos encontramos en la Cuarta Revolución Industrial con tecnologías emergentes que han provocado transformaciones socioculturales de todo tipo es el momento perfecto para reflexionar sobre qué metáforas reflejan nuestra comprensión de esta época y cuales se han convertido en metáforas de la vida cotidiana. Estas metáforas no solo facilitan el entendimiento de conceptos complejos, sino que también configuran nuestra percepción de la relación entre tecnología y sociedad, destacando la interconexión y la integración de diversos elementos en el paisaje tecnológico contemporáneo.
La Cuarta Revolución Industrial es un fenómeno global que marca una transformación sin precedentes en la manera en que vivimos, trabajamos e interactuamos. Se distingue por la convergencia de tecnologías digitales, físicas y biológicas, donde la IA (inteligencia artificial), el Internet de las Cosas, la robótica avanzada, la biotecnología, y la impresión 3D, entre otras, no solo están automatizando tareas, sino también redefiniendo lo que es posible en todos los ámbitos de la sociedad. En su esencia, esta revolución es sobre la fusión de lo físico y lo digital con lo biológico, creando un entorno en el que las fronteras entre estos dominios se difuminan.
A diferencia de las revoluciones industriales anteriores, que se centraron en la mecanización, la electrificación y la informatización, la Cuarta Revolución Industrial está impulsada por sistemas ciberfísicos que se auto-optimizan, aprenden y toman decisiones casi en tiempo real, lo que permite niveles sin precedentes de eficiencia, personalización y automatización.
Esta revolución no solo está alterando fundamentalmente las estructuras económicas, los modelos de negocio, y el equilibrio de poder en la sociedad, mientras plantea desafíos éticos y de gobernanza en torno a la privacidad, la equidad y el control, sino que ha tocado profundamente el lenguaje y lo ha invadido de metáforas cotidianas del mundo tecnológico que ya todos hemos hecho nuestras. Sí, así es la Cuarta Revolución Industrial ha impactado profundamente el lenguaje en múltiples niveles, desde la creación de nuevos términos y conceptos hasta la transformación de la comunicación. Veamos algunos ejemplos: «inteligencia artificial», «blockchain», «big data», «machine learning», «Internet de las Cosas», y «realidad aumentada», entre muchos otros se han integrado al vocabulario cotidiano, incluso más allá de los ámbitos tecnológicos.
Estos términos no solo describen nuevas tecnologías, sino también nuevos paradigmas de pensamiento y formas de entender el mundo.
En la lingüística cognitiva, tal como lo desarrollaron George Lakoff y Mark Johnson en su influyente obra «Metaphors We Live By» (1980), se argumenta que el pensamiento humano es, en gran parte, metafórico. Esto significa que la manera en que comprendemos y estructuramos experiencias complejas y abstractas —como el tiempo, las emociones, las relaciones sociales, y la moral— está profundamente influenciada por metáforas que derivan de experiencias más concretas y físicas.
Las metáforas de la vida cotidiana son tan omnipresentes que pasan desapercibidas, pero su estudio revela mucho sobre cómo las diferentes culturas y sociedades estructuran su comprensión del mundo. En este sentido, las metáforas no solo reflejan la realidad, sino que también la construyen, influyendo en nuestras interacciones sociales, en la construcción de identidad y en la forma en que nos relacionamos con los demás y con el entorno.
Procedamos de inmediato a ver algunas otras metáforas de esta época, entendiendo que son maneras de conceptualizar y explicar las complejas transformaciones tecnológicas y sociales que están ocurriendo en la actualidad. Aquí tienes algunos ejemplos: «El cerebro global», se refiere a la interconexión de millones de dispositivos, sistemas de inteligencia artificial y redes de comunicación que funcionan como un «cerebro» a escala global, procesando información en tiempo real y tomando decisiones que afectan a todos. “Tormenta digital» esta metáfora sugiere una convergencia de tecnologías disruptivas, como una tormenta que altera radicalmente el paisaje de la industria, la economía y la vida cotidiana. «Fábricas inteligentes», se refiere a las instalaciones industriales que, impulsadas por la inteligencia artificial y el Internet de las Cosas, pueden operar, optimizarse y autoajustarse de manera autónoma, como si tuvieran una mente propia.
Continuemos con otros ejemplos: «La red neuronal de la sociedad»: Esta metáfora describe cómo la Cuarta Revolución Industrial crea una sociedad conectada a través de redes inteligentes y datos masivos, donde cada individuo y dispositivo actúa como una neurona en una gigantesca red social y económica. «El espejo digital»: Refiriéndose al gemelo digital, esta metáfora alude a la creación de réplicas virtuales de objetos, procesos o sistemas físicos. Estos «espejos» permiten prever y optimizar el rendimiento antes de la implementación real. «El océano de datos», con la explosión de datos generados por la Cuarta Revolución Industrial, esta metáfora se utiliza para describir la vastedad y profundidad del conjunto de datos a los que tenemos acceso, con el desafío de «navegar» o extraer valor de ellos. Finalmente, «Ecosistema cibernético», captura la idea de un entorno digital interconectado donde la biología, la tecnología y la inteligencia artificial coexisten y evolucionan juntos.
Muchas de las metáforas de esta época tecnológica todavía no se han convertido en cotidianas, pero les aseguro que se harán.
Para terminar quiero citar a Klaus Schwab, presidente del Foro Económico Mundial (FEM=WEF) quien considero que además de un destacado economista, es un compulsivo creador de metáforas. Esta metáfora fue tomada de uno de sus discursos y a través de ella nos expresa su opinión sobre la época en que vivimos: «Nuestro mundo es un sistema interconectado que se encuentra bajo la presión de su propia complejidad. La Cuarta Revolución Industrial y otros factores están combinándose para hacer que el entorno global sea más impredecible y difícil de navegar.»(Schwab, 2015). Analicemos esta reveladora metáfora de tipo conceptual: La metáfora subyacente es la de «El mundo como un sistema interconectado», aquí, el mundo se conceptualiza como un sistema, lo que implica que es un conjunto de partes interdependientes que funcionan en armonía o en conflicto. La palabra «presión» en este contexto se usa metafóricamente para describir la fuerza ejercida por la complejidad sobre el sistema, como si el sistema estuviera físicamente comprimido o tensionado. Y la palabra clave, «navegar» se utiliza como metáfora para describir la acción de tomar decisiones y orientarse en un entorno complejo e incierto, sugiriendo que el entorno global es como un mar difícil de recorrer. Schwab utiliza el recurso de la personificación cuando dice «se encuentra bajo la presión de su propia complejidad» personifica al mundo como si tuviera la capacidad de sentir la presión, lo que humaniza al concepto abstracto de «mundo».
Termino recordándoles que las metáforas de la Cuarta Revolución Industrial no solo ilustran el cambio profundo que estamos viviendo, sino que también moldean nuestra comprensión y respuesta a un futuro en constante transformación. En este sentido, nuestras palabras no solo describen la realidad; también la crean.