El gobierno tiene que prepararse para lo que viene luego de que el PLD, por decisión de su Comité Político, dejó abierta la carrera por la candidatura presidencial al anunciar que escogerá a su candidato en el 2026, un año antes de lo que establece la Ley de Partidos, como también hizo en el 2022. Eso quiere decir que veremos a Francisco Domínguez Brito, Francisco Javier García y Abel Martínez, los aspirantes públicos y conocidos, criticar todo lo que haga el gobierno. Serán tres francotiradores que estarán disparando a diestra y siniestra contra toda iniciativa, sin importar su naturaleza o propósito, convencidos de que de esa manera ganarán espacios en las discusiones de los eternos problemas nacionales que los ayudarán a alcanzar sus objetivos; pero debido al efecto saturación, tal vez solo consigan subir los decibeles de la cháchara política.
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Desde luego, ninguno de ellos ignora, y el exalcalde de Santiago menos que nadie, que el dedo de Danilo Medina, presidente, líder y guía del menguado PLD de estos tiempos, será decisivo en la escogencia de ese candidato, como lo fue para imponer la candidatura de Gonzalo Castillo, cariñosamente El Penco, y hacer posible la del propio Abel Martínez. Por eso fue este tan enfático cuando señaló, en la carta que envió el pasado lunes a la reunión del Comité Político, que el próximo candidato presidencial no se debe imponer ni manipular sino que debe ser producto de “un consenso firme” entre los aspirantes y el liderazgo partidario. Es obvio que algo sabe que los que estamos mirando el juego desde las gradas ignoramos, pero lo que sí sabemos, porque los resultados de los dos últimos procesos electorales están ahí para demostrarlo, es que ni el dedo ni las estrategias del expresidente Medina funcionaron en favor del PLD y sus candidatos, por lo que no hace falta saber mucho de política para atreverse a pronosticar que recurrir al mismo guión solo puede conducir hacia un nuevo y estrepitoso fracaso. Pero el que por su gusto muere…