El presidente electo Donald Trump aprovechó toda oportunidad de criticar o amenazar a toda compañía individual que se le atravesó en el camino, pero la mayoría de los empresarios de Estados Unidos no ven a Trump como un adversario, sino como un amigo poderoso.
A pesar de su actitud de intimidar a algunas empresas, varias se han visto animadas por las promesas del magnate de los bienes raíces de reducir los impuestos y relajar las reglas del presidente Barack Obama, que buscaron proteger a los trabajadores, el medio ambiente y el sistema financiero.
También han reaccionado con optimismo a los anuncios de sus nominaciones para el Departamento del Trabajo y la Agencia de Protección del Medio Ambiente. La perspectiva de una economía más fuerte y más ganancias es ahora tan atractiva que la mayoría de las empresas y los mercados bursátiles están minimizando las incertidumbres que surgieron tras la victoria presidencial de Trump el mes pasado.
El promedio industrial Dow Jones se disparó un 8% a un máximo récord desde el día de las elecciones por las expectativas de crecimiento económico más rápido. Muchos fabricantes afectados durante años por una contracción en la demanda de sus mercancías, dicen que consideran que Trump es más amigable a sus intereses que el presidente Barack Obama.
“Cuando él utiliza el teléfono, lo hace para decir a los fabricantes que los apoya y quiere que creen empleos en Estados Unidos”, dijo Jay Timmons, presidente de la Asociación Nacional de Fabricantes Industriales. “Esa postura dista de la que escuchamos en el gobierno actual”, agregó. El gobierno de Obama acudió al rescate financiero de General Motors y Chrysler y detuvo la caída libre de los despidos en las fábricas.