Nicolás Biolonis: la descendencia mediterránea de un hombre de mar

Nicolás Biolonis: la descendencia mediterránea de un hombre de mar

Edwin Espinal Hernández

Remigio Ramírez Bermúdez contrajo matrimonio con Carmen Domitila Morilla Fernández (1862). Fue síndico procurador de La Vega (1866-67) y un conocido jinete en esa ciudad. Tomasina casó con Ramón de Moya y murió en La Vega en 1894. Su otra hermana, Manuela, casó en 1865 con Eduardo Adolfo Sieron Mora, súbdito belga. Ella falleció en La Vega en 1926.

De su lado, Manuel Saviñón Biolonis murió en Jarabacoa (1859), ya viudo de Juana Alvarez de Peña, natural de San Carlos, en Santo Domingo, y con quien había casado en la Catedral de Santo Domingo (1808). Fue miembro del Consejo Electoral (1848) y de la Diputación Provincial de La Vega (1849). Sus hijos fueron Eutimia de Jesús (b. Santo Domingo, 1812); Eulalia Polonia; Clemente (b.1820), y Rafael Francisco Saviñón Alvarez (b.1819).

De ellos, Eutimia fue esposa de Francisco de León Durán, diputado (1858) y alcalde constitucional de Jarabacoa (1861); Eulalia Polonia casó en La Vega (1847) con José Antonio Durán Genao, de Jarabacoa, y Rafael Francisco casó en La Vega (1843) con María Lorenza Matilde Villa del Orbe. De esta unión nacieron Juan Ramón (1845), quien casó con Cristobalina Rodríguez Gómez en Santiago (1874); María de la Antigua (n.1848) y Manuel Francisco Saviñón Villa (n.1850). A su vez, María de la Antigua Saviñón Villa casó en 1900 con Vicente Trinidad Tavares Portes. De esta unión nacieron Carmen (Cancán) (n. alr. 1867-1954), Vicente (1868 – 1923), Rafael (1873-1910), Amelia Josefa (1875 – 1924), María Matilde (f. 1901), Manuel de Jesús (1881 – 1958), Arturo (1893-1967), Luisa y Teresa Tavares Saviñón. Entre los descendientes más destacados del matrimonio Tavares Saviñón se encuentra el reconocido poeta Manuel Cabral Tavares (Manuel del Cabral).

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La brisa seca y candente del mar, que tantas veces golpeó la frente de Nicolás Biolonis en sus periplos caribeños, dejó de ser una sensación para sus nietos una vez dejaron Santo Domingo. Desde entonces, su descendencia creció entre los montes verdes y las montañas azules del valle de La Vega Real.