¡Niní: De Tarzán a ‘Por Amor’!

¡Niní: De Tarzán a ‘Por Amor’!

“¡Píndarooooo… Rápido, que nos va a coger la horaaaa!” –grita Herminio a su alter ego-… Están por salir a una entrevista que les ha concedido Niní Cáffaro, el capitán del barco del arte que se llama Teatro Nacional… “¡Déjate de tratar de peinar, que tú no tienes un solo pelito en la calvaaaaa!… Acaba de salir, que nos van a dejar sin pito y sin flauta!” –le grita de nuevo Herminio a Píndaro.
Corren hacia el estacionamiento y ambos salen presurosos hacia la avenida Máximo Gómez… Lo que no tenían previsto era el tapón de la avenida Abraham Lincoln y las ‘amesitas’ que siempre se creen más inteligentes que los semáforos en esa esquina y trancan el juego…
Mientras están contando los minutos que ya se les están haciendo más largo que una longaniza, Píndaro le dice a Herminio: “¿Tú sabías que Niní aspiraba a ser Tarzán, el Rey de la Selva?”… “Jajajajajajaja –ríe Herminio-… Noooo, Niní y sus hermanos jugaban y hacían las travesuras naturales de niños de 5 y 6 años… Se subían a las ramas de las matas de un patio grande que tenían detrás de su casa, en la calle Josefa Perdomo número 8, ahí, perpendicular a lo que era la Clínica San Rafael… Atrás de ellos estaba la Escuela Amiama… Yo no sé cómo los Páez, sus vecinos de al lado, les aguantaban saltando de rama en rama” –le recuerda Herminio a Píndaro.
Una mano se agita entre el tapón… Es una ‘amesita’ que se antoja de por fin dar paso a los que tienen cerca de 15 minutos esperando para avanzar… entre ellos Píndaro y Herminio…
“Eran cinco varones los hermanos –exclama Píndaro-… Bueno, en realidad eran cuatro porque mientras Niní saltaba entre los árboles y cantaba sus ocurrencias de niño, su hermano más pequeño estaba por venir… Todas esas casas tenían patios comunes y en sus árboles hacían casitas de indios…” Herminio, que va manejando, le expresa: “Imagino que hoy Niní estará pensando lo arriesgado de esas travesuras tratando de saltar entre las ramas de todos esos débiles árboles entre los que se movían…”
“Herminio –le interrumpe Píndaro-… ¿Tú sabías que Niní es de San Pedro, y no de la capital?” –a lo que Herminio le refiere de inmediato- “Sí, el nació allá en la ‘Sultana del Este’ pero lo trajeron a esta selva a los dos años, pasando sus primeros añitos en la calle Eugenio Perdomo, en San Carlos” y, Píndaro mete la cuchara diciendo “Sí, pero ese Niní se las trae, su niñez la vivió en tres Perdomos: ¡Eugenio Perdomo, Josefa Perdomo y Apolinar Perdomo! El otro día conversé con él y por eso ahora estamos camino al Teatro Nacional, pues su vida de niño la pasó de rama en rama, de casa en casa, de calle en calle…” –mientras esto escucha, Píndaro no contiene su risa y aprovecha para recordarle a Herminio que mientras vivía en la calle José Gabriel García empezó a hacer sus ‘pininos’ como artista.
“Jajajajaja… -goza Herminio con los recuerdos de Píndaro y dice- En estos días él me dijo que tendría como 11 años cuando un grupo de jóvenes aprovechaban para cantar y él, de fresco, aunque en su casa quien cantaba era su hermano Chichí, un día salió y cantó Granada. Ahí los demás le escucharon y un eufórico de ellos arrancó a lo que se llamaba entonces como ‘Eschola Cantorum’ a decirle al padre Bello, hoy Monseñor, que una grupo de tres hermanitos debían ser oídos por él, pues el grupo de la Eschola no tenía sopranos y estas voces se ajustaban perfectamente al coro… Tú sabes que para tú poder suplir una voz de soprano debías tener tiple… los tiples son los acordes de niños que hacen la voz de soprano… Recuerdo que Niní me comentó que el padre Bello integró no sólo a mis hermanos y a mí sino también a Darío Zorrilla y al doctor Víctor…”
“¡Ahí comienza entonces la vida de artista de Niní! –exclama Píndaro-, ¡Ya él sabía que podía cantar! Pero Herminio, dentro de dos sábados sigamos contando a nuestros lectores hasta llegar al por qué Niní Cáffaro es hoy un tremendo director del Teatro Nacional…”

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