Siendo presidente Leonel Fernández solicitó al célebre economista francés Jacques Attalí, quien durante diez años asesoró al presidente Mitterand, que efectuase un estudio sobre la economía dominicana. Han transcurrido trece años desde su entrega y en los gobiernos de Leonel Fernández, Danilo Medina y Luis Abinader no se han puesto en ejecución la mayoría de las sugerencias que aparecen en ese valioso estudio, tan diferente a los que nos tienen acostumbrados los organismos internacionales.
Attalí dijo: “Hay que definir las condiciones de regulación y no regularización de los haitianos”. Hoy día contamos con más ilegales que antes, ya que desde principios del actual gobierno los permisos temporales de residencia no se han renovado y están vencidos. Los mismos están respaldados por la Ley de Migración y sus reglamentos y comenzaron a ser otorgados durante los gobiernos de Danilo Medina. Como están vencidos, los haitianos no quieren salir de sus lugares de trabajo, por temor a ser deportados. Y es que no hemos definido todavía en qué sectores queremos mano de obra haitiana documentada y desde dónde queremos deportarlos.
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La Unión Europea estableció el sistema de “comercio justo” para los guineos que exportamos, otorgando un mayor valor para esos frutos si son cultivados en fincas donde los europeos certifican que tratan bien a la mano de obra y, específicamente, que no utilizan indocumentados. Al hoy día estar todos los obreros con permisos vencidos se corre el riesgo de que los europeos nos descertifiquen y tengamos que vender nuestros guineos a precios inferiores.
La condena al Central Romana por parte del Gobierno norteamericano es otro ejemplo, pues allí se utilizan haitianos con permisos vencidos, así como a otros que nunca los obtuvieron, lo que hace que no quieran salir de los bateyes creando así una mano de obra “forzosa”, que algunos definen como semi esclavitud. Ese tratamiento norteamericano bien puede ampliarse para incluir a los otros ingenios. Attalí dijo que la presencia de tanta mano de obra indocumentada “no incita a los dominicanos a mecanizar sus cultivos”. Efectivamente, en su discurso del 27 de febrero el presidente Abinader hizo referencia a la necesidad de mecanizar. Bien podría el gobierno negociar con el Central Romana un quid pro quo por medio del cual Migración otorgaría y actualizaría permisos temporales de residencia a los haitianos que trabajan para esa empresa, a cambio de que esta intensifique la mecanización para así tener que utilizar menos obreros haitianos.
Attalí también dijo: “Una infraestructura ferroviaria sería dificultoso justificarla en la República Dominicana dado que las distancias son cortas”. Fernández, siendo presidente, contrató irónicamente a una empresa estatal francesa para que estudiase la viabilidad de un ferrocarril entre Haina y Santiago. Dicho estudio fue resumido en la revista “La Lupa sin Trabas” cuando éramos su director y allí se especifica claramente que requeriría de un sustancial subsidio de parte del Estado. No obstante Fernández en su propaganda política sigue prometiendo establecer ferrocarriles.
Estos planteamientos me recuerdan la letra de una balada muy popular entre las izquierdas latinoamericanas desde hace 50 años y que quiero parafrasear: “La Plaza Roja estaba desierta, frente a mi caminaba… Attalí”. Y es que la “plaza” que contiene las recomendaciones a los dominicanos de ese eminente francés siempre ha estado desierta.