“Y cualquiera que no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies”. Mateo 10:14.
Jesús, siempre tan precavido y oportuno. Tanto, que supo anticiparse a las situaciones hablando claro con sus discípulos. Él sabía que no siempre serían bien recibidos, por eso los preparó mentalmente y les inyectó sus palabras de fuerza para que sigan el camino y NO SE DETUVIERAN.
Jesús sabía que lo mejor para sus discípulos estaba en lo próximo, no en el estancamiento ni en las frustraciones que podían producirles aquellos que no los recibían. Sabía que ellos tenían una ASIGNACIÓN y un PROPÓSITO de vida, que era seguir regando la semilla del EVANGELIO, porque más adelante les esperaban personas sedientas que daban la vida por recibir la palabra de SALVACIÓN.
El maestro lo sabía, porque lo había vivido. Vio como los enfermos se sanaban, los cojos caminaban y los ciegos veían. Pero también, pudo ver aquellos que no recibieron su palabra ni tampoco lo recibieron a Él. Por eso, vio enfermos irse a la tumba con su enfermedad, vio gente con los milagros de frente y no creer en Él, vio tantas cosas, que hasta uno de sus discípulos que anduvo a su lado, terminó suicidándose. Jesús entendió que puedes pasarte la vida caminando junto al que transforma y no ser transformado. Y que lo mismo que Él vivió también iba a suceder con sus discípulos, por eso la necesidad de decirles: SIGAN AVANZANDO.
Hoy, el Señor te invita a no detenerte sea cual sea tu circunstancia, sigue adelante. Si te detuviste en un lugar donde no fuiste bien recibido, si experimentaste el fracaso en alguna relación sentimental o si se frustraron tus planes por no tener el resultado esperado, SIGUE ADELANTE.
Sí, sigue adelante, porque no fue en el primer intento que Simón llenó sus redes de peces, fue toda una noche pescando sin ver un solo pez. Sigue adelante, porque no fue en la orilla que simón encontró la pesca milagrosa, fue llevando la barca mar adentro.
¡Sacúdete y sigue!
Dios te bendiga.
Dios te guarde.