La política exterior dominicana recoge en los últimos días tres éxitos notables en su foja diplomática, los cuales muestran firme convicción democrática en nuestras relaciones internacionales, participación efectiva entre los Estados dentro del nuevo orden mundial multipolar y apropiadas estrategias diplomáticas ejecutadas desde el Ministerio de Relaciones Exteriores en defensa del interés nacional. El primer hito diplomático se desprende del envío de la misión militar multinacional de pacificación a Haití, aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU, con el voto unánime de trece de los quince Estados miembros y las dos abstenciones de China y Rusia, potencias que declinaron recurrir nuevamente a su capacidad de veto para bloquear la resolución.
Reducir las duras posturas de Beijing y Moscú contra la misión, fue posible debido a negociaciones secretas dentro del consejo, donde fue tomada en cuenta la reiterada posición dominicana pidiéndole a la comunidad internacional, junto al debilitado premier haitiano Ariel Henry, una gestión de paz para la depauperada nación haitiana. Ciertamente, las voces al unísono de Abinader y del canciller Roberto Álvarez, a veces clamando en el desierto, finalmente se escucharon.
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El respaldo que Abinader ha recibido del presidente de Surinam, Chandrikapersad Santoklhi, contiene el segundo éxito reciente. El mandatario surinamés no solo suscribió cuatro convenios amplios de cooperación bilateral, sino que anunció su apoyo a RD en la situación con Haití, concomitante a la decisión de su Gobierno de adherirse al contingente militar multinacional a desplegarse en la nación vecina.
El tercer hito: la comparecencia del ministro de Exteriores, Roberto Álvarez, ante el Senado, donde expuso brillantemente la actualidad de la política exterior aplicada en la presente administración, sus alcances, desafíos e innovaciones. Álvarez fue diplomático, mesurado, inteligente y profundo frente a unos senadores de la oposición erráticos, aferrados a posturas partidarias, algunos de los cuales perdieron la compostura y fue necesario someterlos al orden; las preguntas, evidentemente, eran prefabricadas en el laboratorio político de sus respectivas organizaciones. Hasta apareció un video de Leonel Fernández hablando de problemas migratorios.
Preocupante, que varios senadores insistían en enrostrarle a Álvarez la posición crítica que adoptó frente a la sentencia 168-13 del TC, hace 10 años, sobre el tema de la nacionalidad dominicana a hijos de haitianos. Álvarez les recordó a los hacedores de las leyes que “vivimos en una nación democrática”, donde prevalece la libertad de expresión y difusión del pensamiento como un derecho fundamental en la Constitución.