“El tiempo trabajado es tiempo perdido, no es tiempo para nosotros.“
Byung-Chul Han
Introducción. La “actualidad histórica”[1] refiere la encrucijada en la que el pasado somete a juicio y decisión del libre arbitrio de cada sujeto consciente de sí su existencia y porvenir.
A ese propósito recuerdo a Hegel en su magno -pero fallido- esfuerzo de sistematización en la Enciclopedia de 1830, así como en sus Lecciones de Historia de la Filosofía y las de Filosofía de la Historia.
Lo califico adrede de fallido pues, según él, el Logos se superaba a sí mismo en la Europa germánica de su tiempo decimonónico cuando suprimía todo lo que lo precedía y negaba en una superación (“Aufhebung”) desprovista de posteridad.
No obstante ese y otros esfuerzos más reconocidos desde tiempos presocráticos -los mismos que pasan por Platón, Aristóteles, Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Spinoza, Kant, Schelling e incluso otros menos comentados como Suárez y Zubiri-, en este ensayo relativo a la actualidad histórica de nuestro tiempo dejo constancia de mi curiosidad y sorpresa por la obra -en ciernes- de Byung-Chul Han.
Debo el estudio de sus obras principales a un presente de cautiverio impuesto por la última de las pandemias que sitúa la humanidad del ser humano al borde de su fin mortal.
En ese tiempo descubro un pensamiento inquieto en procura de su madurez en un mundo dislocado en el que aparece lo oriental como crítico talón de Aquiles de lo occidental y, a la inversa, las preocupaciones de Occidente como ideal de Oriente. Y advierto de paso que Han lo viene logrando mientras discierne grandes temas de todos los tiempos y civilizaciones pasadas sin pre-juicios ni favoritismos a favor de los unos o los otros.
Por este detalle me viene a la mente el Estagirita, Aristóteles, que se consideraba más amigo de la verdad que de su mentor Platón, y por eso pudo admirar el mundo natural sin por ello desconocer el “conócete a ti mismo¨ de raigambre socrática.
Sin más preámbulo, comienzo esta exposición dividida en ocho entregas. En este primer escrito comienzo con unas fugaces pinceladas biográficas del filósofo coreano establecido con carta de ciudadanía en Alemania, país gestor de uno de los grandes cuerpos filosóficos del mundo occidental.
Luego, en un segundo inciso expondré sus ideas matrices y, del tercero al sexto reseñaré algunas de sus obras a las que he podido tener acceso en estos días de pandemia.
Finalizo en las dos últimas entregas reconociendo la originalidad intelectual del encuentro de dos civilizaciones, -pero no como aconteciera a finales del siglo XV cuando europeos encontraron desconocidos americanos, sino- respetuoso de la respectivas diferencias hilvanadas sin confusión gracias a un concepto capaz de conciliar insalvables diversidades históricas y culturales que acercan y al mismo tiempo diferencian el mundo cultural occidental del oriental.
Trayectoria de un filósofo. Han, de nombre Byung-Chul, es un filósofo y ensayista surcoreano experto en estudios culturales. Nació en Seúl, Corea del Sur, en 1959 y en la década de 1980 se estableció en Alemania. Significativo de su articulado dominio multicultural, escribe en alemán y no en su idioma natal, coreano.
En su lar nativo estudió metalurgia en la Universidad de Corea, en Seúl, antes de llegar a Alemania donde se estableció y estudió filosofía, literatura alemana y -¡oh! sorpresa- teología católica en las universidades de Friburgo y Múnich.
Su doctorado lo obtuvo en Friburgo y su disertación versó en 1994 sobre Martin Heidegger. Seis años más tarde se incorporó al Departamento de Filosofía de la Universidad de Basilea y allí completó su habilitación.
No fue hasta el año 2010 que se convirtió en miembro de la facultad de la Universidad de Arte y Diseño de Karlsruhe, donde sus áreas de interés fueron la filosofía de los siglos XVIII, XIX y XX, discernidos todos ellos desde una perspectiva tan universal y compleja como la ética, la filosofía social, la fenomenología, la teoría cultural, la estética, la religión, la teoría de los medios y la filosofía intercultural.
Desde 2012 enseña filosofía y estudios culturales en la Universität der Künste Berlin. Allí funge de director del recién creado programa de Estudios Generales.
Al presente, Han es autor de dieciséis libros, en los que trata asuntos como el que él tilda de una «sociedad del cansancio» (Müdigkeitsgesellschaft), además de una «sociedad de la transparencia» (Transparenzgesellschaft) y sobre su concepto neólogo de “shanzhai” por medio del cual busca identificar modos de deconstrucción en las prácticas contemporáneas del capitalismo chino.
Su más recientes escritos denotan su atención a las fuerzas del mercado neoliberal -en tanto que dominado por un impulso insaciable de consumo y de divulgación voluntaria cuyo frenesí es la pornografía y, paradójicamente, la transparencia como norma cultural. Más alejado que identificado con una “civilización del espectáculo”[2], dicho mercado impone un sistema totalitario de apertura a expensas de valores como la intimidad, la vergüenza, el secreto y la confianza.
Si no yerro en mi apreciación, Byung-Chul Han está considerado como uno de los filósofos más destacados del pensamiento contemporáneo. No se trata del prototipo de profesor universitario, sobre todo en el mundo anglosajón, constreñido a publicar cada año algo nuevo que llame la atención para fines de preservar su puesto de trabajo y “tenure”. Al contrario, de su fecunda carrera intelectual destacan ideas críticas y desapasionadas a propósito del individualismo, el capitalismo, la sociedad del trabajo, la tecnología, la hipertransparencia y la sumisión.
Acucioso pensamiento crítico el de ese filósofo que, aun cuando no se le considera como inscrito ni como heredero de la renombrada Escuela de Frankfurt, devela que la aparente transparencia y el consumismo evidente hoy día, al igual que un exceso de positividad e información, conducen inexorablemente al agotamiento. Léase bien: no nos llevan a la felicidad que siempre añoramos utópicamente en la cultura occidental y tampoco en el modelo oriental a la pasividad del vacío sideral que perdura tras la privación de nuestros deseos.
Si tuviera que resumir el meollo catalizador de su pensamiento relativo a la civilización contemporánea y su estándar de humana lo cifraría en esta afirmación cimera de su pensamiento:
“Ahora uno se explota a sí mismo y cree que está realizándose.”
[1] A propósito de esta concepción, ver Fessard, Gaston: De l’actualité historique, París, Desclée de Brouwer, 1960.
[2] Ver, Mario Vargas Llosa: La civilización