En un reciente trabajo de investigación, la periodista Nuria Piera volvió a conmocionar a la ciudadanía desmenuzando y analizando el persistente y asfixiante problema del transporte público en la Capital, con detalles históricos desde la época del balaguerato hasta el presente, quedando claro por qué a los choferes y sus dirigentes sindicales, nuevos empresarios, se les puso el apodo de “los dueños del país”.
Casi coincidiendo con su reportaje, en el denominado espacio “Somos pueblo TV”, fue ofrecida, por las redes sociales, la información sobre un millonario contrato publicitario de Nuria con el Gobierno y, al margen de cualquier análisis sobre su estructura empresarial, recursos humanos, equipos, etcétera y dejando claro que esta periodista no ha sido santo de mi devoción, tan solo por este programa, con sus datos y denuncias precisas, si yo fuera Gobierno, le hubiese pagado el doble de los millones que informó Somos Pueblo, porque ella merece llamarse “la dueña del país” por históricamente ser y hacer noticias para defender a la ciudadanía.
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Por: Eusebio Rivera Almódovar
El nombramiento de “comisiones” para abordar situaciones engorrosas, peligrosas o excepcionales para el Gobierno fue popularizado exitosamente por Balaguer y el actual Gobierno lo ensayó pero decidió cambiarlo por la escogencia de “investigadores” civiles o militares cuya aparente principal gestión ha sido diluir escándalos en la prensa y las redes sociales y quitarle la atención pública a determinados casos y precisamente eso es lo que ha pasado con los crímenes descubiertos en La Victoria, donde se han producido reportajes, allanamientos, pesquisas, etc., encontrando barbaridades sin que hasta hoy haya un solo miembro de los encargados de esa cárcel sometido a la Justicia, mientras la ciudadanía espera que cada escándalo sea el último; es decir que la “victoria” en la investigación ha recaído sobre las autoridades del recinto porque hasta ahora no han sido responsabilizadas de esas graves irregularidades quedando los reclusos como los verdaderos héroes, a quienes acudía la gente de los alrededores de la cárcel, para que los liberara de los trucos de las compañías telefónicas vendedoras de Internet.