Durante una etapa de la sociedad contemporánea, el concepto ocio se mantuvo presentando diversas acepciones entre sociólogos, pedagogos, psicólogos y políticos. En tiempos más recientes, la conciencia de renovar estructuras culturales y académicas, encuentra en el ocio y en el tiempo libre, un interregno de gran hallazgo, matizado por la esperanza y la utopía.
El aporte del español José María Cagigal, prominente filósofo y tratadista del deporte y la educación física, se ciñó a la búsqueda de concretas aplicaciones educativas, incursionando en el terreno que denominó ocio deportivo para nuestro tiempo. Sostuvo que existen dos conceptos (El ocio y el tiempo libre) que siempre han estado emparentados, y que debido a un encuadramiento psicosociológico, tienen acepciones casi idénticas.
Hasta hace algunas décadas, el diccionario de la Real Academia Española tenía tres acepciones de ocio registradas: I. Cesación de trabajo, inacción o total omisión de la actividad. 2. Diversión u ocupación reposada. 3. Obras de ingenio que uno forma en los ratos que le dejan libres sus principales ocupaciones.
Para Cagigal, autor de obras fundamentales como Deporte, Pedagogía y Humanismo, y Cultura Intelectual y Cultura Física, entre otras, estas tres acepciones concretan dos actitudes: una pasiva (primera) y otra activa (segunda y tercera). La acepción pasiva, es la permanencia del antiguo significado de ocio.
La segunda y tercera acepciones reflejadas modernamente revelan la incorporación de un sentido activo al mundo de posibilidades expresadas con la palabra ocio.
Es un fenómeno igualmente manifestado en diversas lenguas. Mas luego se añade un nuevo significado: “distracciones y ocupaciones a las que las personas se consagran voluntariamente durante el tiempo no absorbido por el trabajo ordinario.”
En castellano el término ocio estuvo durante un tiempo signado por el desprestigio, al recibir la herencia significativamente viciosa de la ociosidad, es decir: la madre de todos los vicios. Algo parecido sucedió con la expresión tiempo libre. Antes no expresaba más que la simple expresión de los dos términos. Era un tiempo no ocupado. Hoy tiempo libre, ha adquirido un matiz activo, una entidad positiva, muy próximo al moderno concepto de ocio.
Resumiendo este planteamiento, Cagigal sitúa comparativamente ociosidad, ocio y tiempo libre. La primera la define como pasividad, laxitud física y espiritual. El segundo es simplemente cesación del trabajo obligatorio, con o sin ocupación complementaria. Ambas se diferencian del tiempo libre en que éste señala la simple disponibilidad, mientras que el ocio es como una toma de posición usufructuada de esa disponibilidad.
Ampliando su conceptualización sobre el tema, afirma que en el ocio caben tanto la inactiva pasividad como la activa u ocupación felicitaria, aceptando la acertada expresión del eminente pensador Ortega y Gasset. De tal suerte, que ocio y tiempo libre se fusionan en una nueva realidad, plena dimensión y significado, vehículo positivo de actividad humana, consistente y dinámica.
Ambos indistintamente utilizados por las lenguas más representativas de la cultura occidental, y bajo el principio axial del sistema abierto, conocido como deporte para todos, o deporte praxis, como prefiere denominarlo Cagigal, pionero y maestro en la nueva orientación del deporte y la educación física.