El gobernador del Banco Central, doctor Héctor Valdez Albizu, celebró el 76 aniversario de la prestigiosa institución que dirige y orienta con una exhortación –por derivación— al optimismo. En otras palabras, ante los momentos que vive el mundo y las economías, nos invitó a ver el futuro con la convicción de que la economía dominicana continuará su exitoso camino. Sin dudas, un consejo oportuno y necesario, y que puede resultar terapéutico. Por supuesto, las palabras y la exhortación del doctor Valdez Albizu no surgen de la nada ni son la expresión de una retórica del buen hablar. Ciertamente, la economía universal post pandemia transita todavía en medio de dificultades que dejan sentir sus efectos negativos por doquier. Estas dificultades han quedado agravadas por sucesos posteriores, algunos todavía en evolución. La invasión de Rusia a Ucrania devino en una guerra muy cruenta que conmovió cimientos importantes, y ahora el conflicto del Medio Oriente, Hamás-Israel, cuyo desenlace parece lejano. Hoy podemos afirmar, en un mundo asaz globalizado, que también la economía es una de las primeras víctimas de la guerra.
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Obviamente, la economía dominicana ha visto disminuir la velocidad de su crecimiento y ha sufrido los efectos de una inflación que a todos golpea. Viejos problemas estructurales muestran sus caras con guiños desagradables, las finanzas domésticas tienen que ser auxiliadas por bonos y préstamos, los más pobres tienen que ser auxiliados, las empresas necesitan de dispensas, auxilios y exenciones, etcétera. En estos momentos, sin embargo, las manos diestras del Banco Central han estado presentes para, como dijera el gobernador, ser proactivas y actuar de conformidad con las circunstancias y los mandatos legales. Los resultados vistos hasta ahora estimulan el optimismo y la confianza en caminar hacia el futuro con optimismo y con la pujanza propia de los dominicanos. Se necesita, eso sí, la colaboración de todos, sobre todo de los principales agentes económicos y de los hacedores de políticas públicas. No olvidemos, en conclusión, que el optimismo es una manera de ver la vida.