Inició la cuenta regresiva… El calendario emitido por la Junta Central Electoral (JCE) indica que el domingo, 18 de febrero del 2024, se realizarán las elecciones de los gobiernos municipales, a nivel nacional, para el próximo cuatrienio.
El avispero social y el evidente interés en la contienda de febrero devela que sus resultados son la ante sala para el proceso electoral de mayo, que marcará un antes y un después en las encuestas, la percepción y las expectativas de la población en general.
Algunos sostienen la teoría de que el partido político que logre obtener la mayor cantidad de alcaldías el que más se aproxime a ostentar la banda presidencial 2024-2028, bajo la consigna, “mayo pasará por febrero”. Principio que los partidos políticos han arraigado en el seno de su militancia e incorporado a su estrategia de campaña.
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Esto ha dado paso a la acostumbrada e inevitable carrera del transfuguismo, el zapping, las luchas internas por las candidaturas y las reservas, que representan el as bajo la manga para materializar las necesarias negociaciones, que garantizan la permanencia o el retorno al poder.
Ante este vaivén recae sobre los alcaldes el rol de mostrar el “gran” trabajo, que han y están realizando, quienes han optado por saturar las redes sociales y medios de comunicación en general de espacios limpios surrealistas, mientras, la realidad nos golpea de frente con el incremento de la basura, el desconocimiento de la distribución de los desechos, el mal uso y descuido de los espacios públicos, entre otros males, que dejan en evidencia la carencia de una agenda municipal.
Los ciudadanos, que somos los afectados, y que por demás, sostenemos económicamente las campañas políticas e irónicamente los que decidimos quienes ocuparán los cargos, por décadas, hemos optamos por asumir el rol del espectador en un juego de béisbol, esperando con ansias quién será el lanzador de turno o su relevo, distraídos en debates banales, deslumbrados por imágenes de las redes sociales o embobados ante las fuertes y estridentes críticas a los actuales incumbentes.
En esta cuenta regresiva ha llegado el momento de reflexionar entre la realidad de la ciudad y el avatar de las redes sociales. Es necesario evaluar la gestión de aquellos a quienes hemos favorecido con nuestro voto. Ha llegado la hora de pasar balance sobre los aciertos y desaciertos, las promesas cumplidas, las que han quedado a medias y las que, simplemente, nunca ocurrirán. Autocuestionarnos… ¿He botado mi voto?. Debemos asumir que febrero de 2024 es una nueva oportunidad para construir las ciudades que merecemos.