Para los fines que nos ocupan, nos ubicaremos en los orígenes de la policía nacional dominicana actual. Con el ascenso de Rafael Leónidas Trujillo Molina al poder, este tuvo la visión de un cuerpo policial que respondiera a sus apetencias personales de perpetuarse en el poder. Lo que no podía lograr con la policía municipal que existía en cada ciudad, porque además de que no serviría de sostén a su régimen tiránico, él había promovido el desarme y desmantelamiento a principios de 1930 de Santiago, Moca y Santo Domingo y era consciente de que no gozaba de la simpatía de algunos miembros de ese cuerpo policial.
Por ello decidió agrupar todos los cuerpos de policía municipales en uno solo con el nombre de Policía Nacional, mediante el decreto 1523 del 2 de marzo de 1936. Su función era, entre otras, mantener el orden, la seguridad de las personas y de la propiedad, así como la prevención, persecución y aprehensión de los delincuentes y someterlos a la acción de la justicia. Su primer jefe fue el coronel, Miguel A. Román Hijo.
Sin embargo, hay algo que marcó a la Policía Nacional y ocurrió después de la muerte de Trujillo. Nos referimos a la autorización por decreto el No. 7312 del 7 de diciembre de 1961, a los oficiales de la policía, del uso de las insignias de los oficiales de las fuerzas armadas y la vinculación de esta con los militares mediante la presencia intermitente en sus jerarquías superiores de miembros del ejército.
Así surgió, la concepción militar en su organización y funciones que le otorgaron algunos dirigentes y que constituye la base de la estructura e ideología militar que aún son evidentes en la Policía Nacional y cuya eliminación debe ser parte fundamental de un proceso de reforma y transformación de una policía represiva a una policía democrática, preventiva y respetuosa de los derechos de los ciudadanos.
Cabe destacar que la competencia jurídica de la policía nacional de República Dominicana, en la actualidad emana del artículo 255 de la Constitución Política Dominicana y de su ley orgánica No.590-16.
EL DICAN
Desde mucho antes de existir, el DICAN, ya el departamento de la Policía Nacional que enfrentaba el narcotráfico acarreaba controversias.
Uno de estos escándalos llevó al desmantelamiento de aquel departamento. El director de entonces, el coronel Aridio Descartes Pérez y agentes bajos sus órdenes fueron vinculados a la perdida y distracción de evidencia de los depósitos a su cargo. Lo que dio como resultado que se le quitara a la Policía Nacional el manejo de casos de drogas y se promulgara la ley 50-88 del año 1988 que creó la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) con la exclusividad del combate a las drogas hasta el año 2008 en que con la orden especial 024-2008, el Consejo Superior de la Policía Nacional creó la Dirección Central Antinarcóticos (DICAN) para enfrentar el microtráfico de drogas.
Se hace necesario esclarecer el contexto en que surge esta creación. El DICAN nace pretendiendo ser una respuesta en cuanto a política criminal a la proliferación de puntos de distribución de drogas en términos minoritarios en República Dominicana. Se recordará que hasta anterior al 2008 los operadores del narcotráfico en República Dominicana tenían más vínculos con las estructuras internacionales de manejo de las drogas y recibían los beneficios por la ayuda prestada al utilizar el país como puente en dinero efectivo.
Sin embargo, la política de manejo de estos grupos criminales empezó a variar, principalmente la de los carteles de origen mexicano, y es que a partir de entonces los pagos en retribución a los colaboradores locales por la ayuda prestada seria realizada una parte en dinero efectivo y la otra en especie. Esto obligó, a los operadores locales, que no tenían acceso al mercado internacional de las drogas, sino a través de los grandes carteles colombianos y mexicanos a buscar un mercado local para la droga recibida como pago y en consecuencia este mercado empezó a crearse en República Dominicana.
Hasta ese momento, República Dominicana nunca fue un mercado de grandes consumidores de cocaína, heroína, crack u otras sustancias controladas. Como había que hacer efectivo esa droga dejada en pago, se empezó a construir ese mercado de la droga en toda la geografía dominicana. De esa época inician las denuncias de las decenas de miles de puntos de drogas establecidos en el país.
Es por esto que tal vez, en sus inicios la idea en sí, podría haber sido legitima, de combatir el tráfico minoritario. Sin embargo, la creación de todos estos puntos de expendios de droga, generaron un entramado económico con una dinámica propia, a la que se fueron incorporando actores y creando una eficaz sinergia que permitió un crecimiento horizontal del mercado. Esto sin dudas convirtió el negocio del microtráfico en parte de una economía sumergida que se nutre de la formal, creando vínculos entre sectores diferentes que terminan conformando vínculos de poder.
Como la policía nacional dominicana tiende o pareciera operar a su propia discrecionalidad, sin controles efectivos o muy pocos. Esta policía vinculada al DICAN generó una serie de escándalos que la llevó a convertirse en el blanco preferido de la opinión pública que la sindicó como socios de los operadores de los puntos de drogas.
Varias instituciones y organizaciones de la sociedad civil pedían la eliminación del DICAN ya que lo encontraban contrario a la ley 50-88 y un obstáculo en la lucha efectiva contra el narcotráfico. El pasado lunes, el presidente Luis Abinader, dispuso la eliminación del DICAN y que sus funciones sean realizadas por la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD).
Es significativo que en su decreto el mandatario recuerda que la DNCD es el órgano creado por la Ley sobre Drogas y Sustancias Controladas, número 50-88, con la facultad de prevenir y reprimir el consumo, distribución y tráfico ilícito de drogas y sustancias controladas en el país.