Tras el título obtenido por los Warriors el pasado jueves, el nombre de Kevin Durant ha estado en tendencia en las redes sociales, y la mayoría de esos mensajes, han sido atacando al ex jugador de Golden State, desde periodistas hasta fanáticos. Y yo me pregunto: ¿Por qué tanto odio?
Kevin Durant firmó en Golden State en verano de 2016, después de que dicho equipo había dejado escapar la mayor ventaja en una serie final. Con Durant, conformaron el que probablemente ha sido el mejor plantel que ha vestido el mismo uniforme en un partido, y lo más importante, fueron a tres finales consecutivas, ganando las primeras dos.
Según los mensajes de las redes, están llamando a Kevin Durant como alguien que «no puede cargar un equipo» o que Golden State nunca lo necesitó, y eso es muy relativo.
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En sus años en Golden State, Kevin Durant fue claramente el mejor jugador de ese equipo en los playoffs y finales, siendo el que marcó la diferencia en los dos títulos que ganaron con él.
Para que me entiendan mejor: Sin Durant, Golden State venció en seis partidos en 2015 a unos Cavs que no contaron con Kyrie Irving ni Kevin Love en la Final, y en 2016, perdieron el campeonato contra los mismos Cavs. Sin embargo, con Durant, Golden State venció a los Cavs en cinco partidos en 2017 y por barrida al siguiente año, mostrando un absoluto y total dominio.
Entonces surge la siguiente pregunta: ¿Hubiese vencido nuevamente Warriors a LeBron James sin Durant?… Quizás sí, quizás no, pero lo cierto es que con Durant si lo hicieron, y convincentemente.
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Incluso al momento de marcharse de Golden State, Durant los ayudó. Aceptó irse a Brooklyn en firma y traspaso, lo que permitió que Golden State recibiera a D’ Angelo Rusell, a quién luego enviaron a Minnesota para adquirir a nada más y nada menos que a Andrew Wiggins, quien terminó siendo una pieza clave en la obtención del recién campeonato, y a un pick de primera ronda que posteriormente se convirtió a Jonathan Kuminga, uno de jugadores jóvenes con más talento de la organización.
Hay una frase que escuché del colega y gran amigo Manuel Reyes cariñosamente (Marega), y es la siguiente: «Para subir a uno, no es necesario bajar a otro», esta expresión cada día aumenta su valor.
Si usted es fanático de Stephen Curry, celebre su triunfo, y siéntase contento por él, pero dejen en paz a Kevin Durant, porque si hoy Golden State es una dinastía, en gran parte es gracias a él.