La deuda social y los males acumulados por décadas de forma estructural en los sectores excluidos han formado parte de su autoestima, de la desesperanza y de los altos niveles de frustración en que viven.
Con dolor, existen hasta tres generaciones en una misma familia en pobreza y en pobreza crítica. Las grandes inversiones y el desarrollo urbano no forman parte de la vida de millones de dominicanos.
El gasto social en los próximos años debe ser focalizado, responsable y bien manejado para ser invertido en las provincias mas pobres, y los sectores marginales y arrabalizado que forman cordones de miseria en las periferias de las grandes ciudades.
Invertir en los detalles, en las prioridades de las gentes que sobrevive en las mismas condiciones y de la misma forma, en el mismo ambiente y bajo las mismas circunstancias. La pobreza y la exclusión les ha producido resentimiento social, frustraciones, indefensión, depresión, baja autoestima, pobre identidad psicosocial, insensibilidad, y desmoralización.
Los detalles van desde una reparación a la casa, cambiar en ambiente al barrio, arreglarle las calles, desarrollo socio-cultural; construirle el salón o la barbería a la madre soltera o al joven que necesita invertir en un negocio.
Cuando se invierte en agua potable, energía, escuela digna, iglesia, mercado, o en el destacamento de la Policía, en el parque infantil, en la junta de vecino o en el deporte, sin grandes inversiones pero que sean funcionales y prácticas para la comunidad, entonces, las personas mejoran la actitud, aumenta su autoestima, y cambia su sistema de creencia.
El presidente Abinader debe comprometerse hacia los sectores más deprimidos y vulnerables; un ejemplo es la inversión en la cañada de los Ríos, allí las personas se sienten en un ambiente diferente y en una mejor calidad de vida.
El déficit presupuestal siempre ha sido la norma, o invertir en grandes proyectos que trazan las grandes inversionistas o sugieren los prestamos internacionales. Sin embargo, lo que les cambia las emociones y el comportamiento psicosociales a las personas son las inversiones pequeñas y focalizadas hacia ellas.
Es evidente que la Republica Dominicana ha tenido crecimiento sostenido en las ultimas décadas; acompañado de estabilidad, baja inflación y gobernanza política. Pero, también es cierto que existe mala distribución del PIB.
Cuando se invierte en las comunidades y en las personas pobres, se siente la alegría, la compasión, la solidaridad, el altruismo, la reciprocidad, la bondad y la gratitud en las personas. Los pobres no eligieron su pobreza. Las oportunidades no llegan para todos, o no se crean para las grandes mayorías.
Los programas creados con la visión clientelista, populista y cultura del favor prestado, genera parasitismo, dependencia, acatamiento social y pobreza espiritual. Pero también, corrupción; le enseña habilidades y destreza a los “lideres comunitarios” a buscar lo suyo, al individualismo y al arribismo social.
Para cambiar esa cultura y habitos propio de la patología social dominicana, deben ser programas discutidos y socializado con las comunidades.
Si de verdad deseamos cambiar o modificar la percepción, el comportamiento social y crear nuevos habitos psicosociales o valores en las personas en condiciones críticas, hay que invertir en sus necesidades, detalles o prioridades que solo ellos le pongan nombre y apellidos.
El 2022, Presidente, invierta en los detalles de la comunidades y personas que necesitan de forma urgente salir de su S.O.S.
Millones en RD están excluidos de las grandes inversiones y el desarrollo urbano
La inversión en agua potable, energía, escuelas…mejora la actitud de personas
El Presidente debe comprometerse hacia los sectores más deprimidos