El decreto 143-20 que creó el Fondo de Asistencia Solidaria para los Empleados (FASE) excluye a una serie de empresas que dejarán sin sustento a miles de empleados, de acuerdo al análisis del experto laborista Javier Suárez.
El artículo 3 del decreto omite del beneficio a negocios que se asume pueden seguir operando por producir bienes y servicios básicos cuya comercialización está permitida, como los supermercados, colmados, farmacias, y cualquier establecimiento comercial dedicado al expendio de alimentos crudos, medicamentos y productos de higiene.
Sin embargo, esta salvedad no toma en cuenta la precariedad económica de muchas de esas empresas cuyas actividades comerciales se ven mermadas hasta la nulidad por la paralización de actividades económicas dispuesta por el presidente Danilo Medina.
Aunque aun puede operar, Suárez observa que los colmados han visto y seguirán viendo una reducción de sus ventas según se vaya reduciendo el poder adquisitivo de la gente, y por el hecho de que muchos hicieron grandes compras en supermercados por el miedo a quedarse desabastecido. Afectados de esa manera, los colmados empezarían a reducir personal, incluyendo a los deliverys, quienes quedarán desamparados.
Los grandes supermercados se ven saturados de gente; largas filas en las entradas y en las cajas para pagar. Pero, ¿son lo mismo las grandes cadenas que los pequeños supermercados de los barrios? En estos últimos acudirá la gente sin empleo, con sus últimos recursos, la mayoría empleados de pequeñas empresas informales que tampoco participan en FASE.
Los clientes principales de muchas de las empresas que comercializan alimentos crudos eran las cadenas hoteleras, ahora cerradas por la paralización del turismo. Sus ventas se redujeron en cerca del 100%, pero sus empleados están excluidos de fase por dedicarse a comercializar alimentos.
Ni hablar de los comedores y «pica pollos» cuyos clientes principales suelen ser empleados que hoy están en casa.
El primer gran problema de este intento por socorrer a la empleomanía privada es que solo se toman en cuenta a los empleos formales. Pero los informales son la mayoría, 58.7% según cifras del Banco Central.
Es decir, que todo el que trabaja en un taller, un centro de Internet, un salón de belleza, barbería, una fantasía, transporte público, repuestos de vehículos, centro de bebidas alcohólicas, accesorios celulares, bancas de lotería, y un sin fin de pequeños negocios que emplean a la gran mayoría de la población dominicana está fuera de la vista de FASE.
¿Qué pasará con el paso de las semanas?
Muchos de los negocios excluidos pagan renta, la cual aún es una obligación de los inquilinos. También pagan renta los empleados, además de electricidad y otros servicios imprescindibles.
Javier Suárez cree que estas empresas empezarán a quebrar en poco tiempo y que la gente sin recursos podría provocar un estallido social. Mientras que, como el cuerpo cuando deja de comer, la economía dominicana irá consumiéndose a sí misma hasta un nivel de gravedad que será determinado por el tiempo que dure esta crisis.