Nadie termina su vida sin que sus hechos tengan las consecuencias correspondientes; el que siembra el mal cosechará el mal; y el que bien actúa, muy probablemente ese bien a su vida será devuelto. ¿Quién le dijo a usted que se iría en blanco, después del daño hecho a la institucionalidad de su país? ¿Acaso pensó que el daño provocado a la gobernabilidad no tendría en algún momento su rédito? ¿Qué lo que pasó con nuestra economía y con nuestra gallina de los huevos de oro (el turismo) no pasaría por go? Pues ninguna de las anteriores pasará sin el pago correspondiente.
El pasado viernes 16 de agosto (día de la restauración), en la cámara de diputados, las mayorías democráticas de nuestro país hicieron lo que tenían que hacer. Ningún acuerdo se incumplió, eso no es palabra de Dios, lo que sí es pecado es perturbar la paz y la estabilidad de todos los dominicanos. Es evidente que se quedaron solos, y en los próximos días la soledad será la única compañía de aquel que fue un “rey”, que se cree un predestinado, pero eso sólo es real en el imaginario de su cerebro; ni siquiera las rémoras que se encuentran a su alrededor le acompañarán hasta su recta final (6 de octubre), no seguirán estimulando su ego ni insuflarán su sueño imposible. Si me preguntaran a mí, qué se puede hacer en el actual contexto de la realidad política actual, diría al «León» retírate, aunque sea 24 horas antes de su último día en política, si no es así preparen bien los guantes, porque en el próximo round la derrota también puede ser por knockout…
¡Algún día llegará el verano!