Como Abel Martínez, candidato presidencial del PLD en las pasadas elecciones, utilizó el símil con la intención de que su entrevistador Roberto Cavada y su amplia audiencia comprendieran mejor lo que trataba de contarles, me siento en libertad de continuar utilizándolo por las mismas razones. Cuidándome, eso sí, de pedir de antemano excusas a gallinas y gallos, pues nunca será mi propósito ofender ni agraviar comparando la vida de esas inofensivas aves con las traiciones y dobleces de los políticos, que no creen ni en ellos mismos.

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Y lo que relató el aspirante a la presidencia, así lo confirma. “Pero el problema del 2020, como en el 2024, no fue el gallo; el problema fue el gallinero. Un gallinero que estaba siendo asediado por otros gallos de otras galleras. Gallinas y gallos que dentro del gallinero debieron cantar como gallos y defender el gallinero y no. Lo que hicieron fue cantar como gallinas culecas”.

También se quejó de que nunca hubo una verdadera cohesión de la alta dirigencia del PLD alrededor de su candidatura, revelando que en el cierre de su campaña presidencial en el 2024 manejó menos recursos que cuando fue candidato a diputado y alcalde, lo que es mucho decir. Ese dato, en un país donde se ha consolidado la creencia de que mientras mas dinero inviertes en una campaña mas posibilidades tienes de ganarla, lo resume todo, pero nada de lo que contó Abel Martínez en esa entrevista, salvo los detalles que ilustran de manera elocuente la encerrona de la que fue víctima por parte de sus compañeros de partido, resulta novedoso para el país político, que siempre tiene ojos para ver y oídos para escuchar.

Sorprende, sin embargo, que después de todo lo que dice que le hicieron quiera seguir intentando ser el candidato presidencial de ese gallinero, donde nunca se acabarán los problemas mientras haya tantas gallinas culecas que solo saben alborotar sin aportar un solo huevo, y un gallo afónico y pelón que cuando canta no encanta a nadie.