Producir, proteger, prosperar, con una economía verde e inclusiva

Producir, proteger, prosperar, con una economía verde e inclusiva

La reforestación de la Cordillera Central, “Madre de las aguas”, debe tener alta prioridad en una estrategia de desarrollo sostenible.

La seguridad hidríca, alimentaria y ambiental sólo será posible descontinuando un desarrollo insostenible que a pasos gigantescos destruye los recursos naturales, la cohesión social y solidaridad

Producir, proteger, prosperar, síntesis de una estrategia de desarrollo sostenible, de los pasos que conducen a la seguridad alimentaria, hídrica y ambiental, al crecimiento económico compartido sin desmedro de los recursos naturales, a una mayor reducción de los riesgos atmosféricos por el calentamiento global.

Tres palabras con las que el Instituto de Recursos Mundiales resumió un llamado a la acción poco antes de la pandemia, en 2019, con gran validez actual para enfrentar la confluencia de los efectos del cambio climático y de la covid-19, el impacto en la provisión de alimentos del alza de precios, el desempleo, aumento de la pobreza y la desigualdad social.

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Nuevas técnicas agrícolas son determinantes en rendimiento agrícola

Acompañada de un menú de soluciones, presentó una propuesta global, oportuna sobre todo para los países de más alto riesgo como República Dominicana, ya afectada con variaciones en el régimen de lluvias, intensas sequías, fuertes olas de calor, el polvo del Sahara y la invasión de sargazos, una amenaza al turismo.
“Producir, proteger, prosperar, éstos no son objetivos contradictorios” dice esa entidad en un informe donde identifica políticas, innovaciones e incentivos que pueden ayudar a replicar las soluciones. Desarrollar un sistema alimentario vinculado a las estrategias climáticas, a la protección de los ecosistemas y la prosperidad económica.

Es posible -afirma-, producir más alimentos en la misma cantidad de tierra empleada en la actualidad, elevar el rendimiento con nuevas tecnologías y adecuados métodos de cultivo, y hacerlo de forma tal que propicie sociedades más sanas y garantice que los agricultores y demás personas puedan prosperar.

“La tecnología será una de las claves del éxito de un sistema alimentario sostenible. Sin innovaciones importantes -agrega- no existe un potencial realista para superar este desafío”.

El informe, orientado a revisar la forma en que se producen y consumen alimentos con miras a lograr un sistema alimentario sostenible en el 2050, fue realizado en colaboración con el Banco Mundial, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, ONU-Medio Ambiente y agencias francesas de investigación agrícola. Incluye las pautas a seguir ante las urgencias por el calentamiento global, a fin de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Verde e inclusiva. “Crear un futuro alimentario sostenible no será fácil, pero sí es posible”, expresa el informe, con una agenda factible en los actuales momentos en que la recuperación económica debe “ser verde, justa e inclusiva”, pues, de lo contrario, no se podrá superar la crisis provocada por la pandemia.

Así lo advirtió la directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, al pedir determinación a las empresas para emprender una gran transformación hacia “un capitalismo que funcione para todos”.

Tal meta implicaría sustanciales cambios económicos, sociales y ambientales que conduzcan a un estilo de desarrollo con sostenibilidad y equidad. Exige detener la irracionalidad en la sobreexplotación de los recursos naturales en pos de un productivismo a ultranza con un sentido meramente economicista y un consumismo insaciable, sin considerar las dimensiones medioambientales y sociales, ignorando la función redistributiva.

Supone frenar la destrucción de la cohesión social y solidaridad, que degrada al ser humano con la pobreza y sus terribles efectos.

Tecnología y financiación. La estrategia de desarrollo planteada contempla elevar la producción agrícola y pecuaria a través de innovadoras tecnologías y métodos de cultivo y pastoreo. De ahí la necesidad de más financiación para la investigación y el desarrollo, así como regulaciones flexibles que incentiven la innovación en el sector privado.

La financiación pública –dice- deberá ser examinada y, si es preciso rediseñada para apoyar un uso más sostenible de los recursos naturales y alinear mejor la producción de alimentos para garantizar una seguridad alimentaria sostenida, parte integral de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (2030), en especial del Objetivo Hambre Cero.

Para lograrlo se incluyen recomendaciones que competen muy particularmente a nuestro país, donde el problema ambiental ha sido marginal durante decenios, pese a estar patente el agotamiento de los recursos hídricos.
Tomar rumbos verdes demandará la recuperación de las cuencas hidrográficas, ya que de las 108 existentes, con unos 600 ríos y arroyos, el 80% sufre degradación a causa de la deforestación y la contaminación con desechos industriales, ganaderos y domiciliarios. Requerirá, por igual, seguir avanzando en la transformación de la matriz energética del país, conformada en un 84% por combustibles fósiles y 16% de energía limpia, eólica hidráulica y solar.

Producir. El informe propone reformas para enfrentar el desafío de la alimentación, ajustes significativos en la producción de alimentos. Incluye cambios en los patrones de consumo, elevar la productividad de los cultivos y el ganado, mejorar la eficiencia de insumos como fertilizantes, lo cual puede reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y la demanda de tierra, al tiempo que se incrementan los ingresos.
Entre otras medidas, plantea elevar la oferta con la disminución de la pérdida y desperdicio de alimentos, y el consumo de dietas más saludables.

Recompensar a los agricultores -indica- para que cultiven productos más diversos y nutritivos de una manera mucho más sostenible ayudaría a aumentar sus ingresos, crear empleos, construir sociedades más sanas y apoyar la recuperación de los servicios ecosistémicos esenciales.

Proteger. Recuperar la barrera vegetal que retiene las lluvias, conservar las áreas protegidas por su importancia en la producción de agua y como reservorio de especies y hábitat para los polinizadores. Rescatar las cuencas hidrográficas, donde no cesa la destrucción de bosques y erosión de los suelos, el agotamiento de las fuentes de agua superficiales y subterráneas, la contaminación atmosférica y marina.

Además, la pérdida de biodiversidad afecta los ecosistemas nacionales, 86% de las especies de anfibios y 35% en reptiles están amenazadas de extinción. Esto se agrava con la presión humana en áreas protegidas y recurrentes incendios forestales, el inadecuado manejo de aguas negras y residuos sólidos, de los que el país produce 16 mil toneladas diarias.

Prosperar. Una mayor eficiencia ayudarán a incrementar la producción agropecuaria e industrial, a recuperar el crecimiento económico en los niveles prepandémicos y elevar el bienestar colectivo.
Una bonanza compartida requerirá de una justa distribución de la riqueza, garantizando empleos mejor remunerados y una inversión social que permita la movilidad social, la reducción de la pobreza y la desigualdad.

Y que no vuelva a repetirse la experiencia de una prosperidad económica a la par con una extrema inequidad, acumulando durante decenios una enorme deuda social, incrementada con la pandemia.

PRODUCIR

LAS CLAVES

  1. Ameritan solución
    El país confronta situaciones que
    no podrá evadir en su proceso de
    recuperación económica, a las
    que debe ir buscando soluciones:
    los efectos sociales de la covid-19,
    que se potencian con los del cambio
    climático, a los que RD está altamente
    expuesta al figurar entre
    una decena de países más vulnerables,
    según el Índice de Riesgo
    Climático Global (IRC).
  2. Sequía, ola de calor
    Recurrentes sequías amenazan la
    seguridad hídrica y alimentaria
    dominicana. El período de sequía
    iniciado en 2019, que se prolongó
    al 2020, es el más alarmante de los
    últimos 50 años, mientras estudios
    preveen un aumento en la
    temperatura, en las olas de calor.
  3. Residuos sólidos
    La tendencia al consumo desmedido,
    sobre todo entre los más pudientes,
    genera un exceso de residuos
    sólidos, cuyo mal manejo
    causa graves problemas de salubridad,
    activados cuando vertederos
    a cielo abierto se incendian y
    alteran la calidad del aire, amenazando
    la salud de las personas.
  4. Desigualdad ambiental
    Los mayores riesgos ante las catástrofes
    atmosféricas de poblaciones
    sin recursos para enfrentarlas
    determinan la desigualdad ambiental,
    arraigada en las estructuras
    sociales y depende las instituciones
    políticas y económicas.
    Además, está profundamente entrelazada
    a muchas otras desigualdades
    que los pobres y excluidos
    padecen en su cotidianidad.

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