Tras la Semana Santa, el calendario electoral arreció con el vencimiento de plazos importantes. Uno fue el método para definir las candidaturas. Una mala noticia aquí es que nueva vez el sector alternativo o progresista acudiría dividido a las urnas, no por diferencias sobre el proyecto país, sino porque algunas organizaciones quieren convenciones y otras encuestas.
¿Por qué esto me preocupa? Aunque las ideologías parecieran no estar de moda, en ellas hay concepciones del porqué y para qué el poder, la política y el Estado, que en un mundo polarizado, importan. De hecho, recientemente el electorado de Colombia y Brasil se dividió en dos por esto: una propuesta conservadora y otra liberal.
El debate electoral de República Dominicana, que es lo mismo que decir la propuesta política, carece de estos enfoques. Partidos tradicionales abandonan sus ideologías y concentran la opinión pública en conflictos internos (pugnas por el poder) y no en las preocupaciones de la ciudadanía.
De entrada, la colocación de otros temas (el Estado y su rol, los derechos, la desigualdad social, la soberanía, el medio ambiente, entre otros) sería un aporte del sector alternativo, que también encontraría eco en sectores progresistas que operan en el gobierno y partidos tradicionales.
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Diversificaría el debate electoral que desde ya está monopolizado por una lucha de quién es más antiderechos, antimujeres o antimigrantes, para sólo citar tres ejemplos.
Pero, además, el pueblo dominicano amerita referentes recientes y modernos de un servicio político orientado a la gente y no al enriquecimiento personal e ilícito, que ayuden a cambiar el imaginario de lo que es la política y de lo que es la democracia.
Nada de esto ha de lograrse ni en cantidad ni en calidad significativa mientras el sector progresista insista en ir dividido a las elecciones y no en un gran bloque unitario.
A la historia me remito, desde la década de 1970 cuando una parte del sector alternativo asume la participación electoral, ninguna propuesta presidencial ha superado el 2%. Por supuesto que esto es una expresión de un sistema electoral clientelar e inequitativo que es adverso a propuestas partidarias alternativas.
Ahora, quienes cuentan con reconocimiento electoral, como son Alianza País, Opción Democrática, Frente Amplio y el Movimiento Patria para Todos y Todas deberían formar un bloque, que se fortalecería con el trabajo y el respaldo del sector progresista social, ubicado en las academias, barrios, iglesias, organizaciones sociales y ciudadanía en general. Así ha pasado en países latinoamericanos y de Europa.