Los países que han logrado el bienestar social, el desarrollo inclusivo, la equidad y la justicia social lo han alcanzado con sacrificio; pero, también, con trabajo, control del gasto, pobre evasión fiscal, poca corrupción, sin clientelismo, ni populismo, ni despilfarro del dinero público. Los Estados tienen que sacrificarse e identificar donde arañar para priorizar y distribuir con equidad el dinero que pagan la contribuyente. Además, es la responsabilidad del Estado eficientizar, castigar y controlar el delito de la evasión fiscal. En todos los países, las personas que más tienen y que más ingresos perciben o alcanzar los indicadores del bienestar social, son las que más pagan impuestos de forma consciente, moral y ética.
Las reformas en República Dominicana se han pospuesto, se niegan y se desconoce el sacrificio que hay que empujar y realizar para lograr el desarrollo sostenible y con cohesión social.
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Hoy por hoy, sabemos que se necesita pagar deudas, responder a las demandas en salud, seguridad social, migración, servicios de calidad y calidez en educación, bienestar social y felicidad, pero sin dinero no hay desarrollo.
El sacrificio nadie lo reconoció, ni quiso responsabilizarse de él. No lo asumieron legisladores, ni ayuntamientos, ni las instituciones públicas ni privadas, ni descentralizadas, ni las famosas ONG, ni el Gobierno.
Preferimos apostar al endeudamiento, al crecimiento económico sin transparencia y sin supervisión y a la falta equitativa y a modelos desiguales en la distribución de la riqueza.
El sacrificio, el desprendimiento, la responsabilidad, la coherencia, el espíritu colectivista y la conciencia ciudadana de todos los sectores políticos, empresariales, religiosos y profesionales, lograron activarse y agruparse para no ser penalizado, ni aumentado los impuesto, sabiendo que la baja presión tributaria no desarrolla país, ni fortalece democracia, sino que, aumentan las trampas, la complicidad, el crecimiento desigual entre uno y otros, dejando constancia de la brecha desigual entre unos y otros.
El pueblo se expresó y el presidente Abinader retiró la reforma fiscal. Sencillamente, no hubo diálogo, negociación, reflexión, ceder renglones, revisar impuestos y sectores. Cada quien pensó como grupos, por sectores, recordando la vieja consignas “Las clases no se suicidan” Además, los actores económicos y los hacedores de políticas públicas, saben que todos los años el presupuesto es deficitario, se cubre con préstamos y con los atajos de la economía informal y trasgresora de normas.
Es todo cierto, la clase media, media baja, junto a los pobres de este país no podían pagar más, ni cargar con en su espalda los sacrificios e impuestos. El sacrificio había que hacerlo y apostar entre todos al compromiso del sistema político y de los sectores de mayor producción de riqueza. Había que comprometerse con el endeudamiento, el asistencialismo, el clientelismo, y los subsidios y exoneraciones que no soportan auditoria pública. El desarrollo y el crecimiento impone el sacrificio de todos. La falta de conciencia social de reconocer los derechos y deberes como ciudadano, imponía buscar el consenso, diálogos, entendimiento y plantear de forma transparente en que se invertiría el dinero de forma equitativa en las regiones más deprimidas y cómo solucionar problemas acumulados por décadas. Literalmente, nadie, absolutamente nadie planteo el sacrificio, ni el compromiso con la patria, ni con el desarrollo social, ni con la democracia que nos merecemos en el presente y para las futuras generaciones. ¡Faltó el sacrificio!