San Juan Bosco
Santo milagroso que los dominicanos
acogen como educador por antonomasia

<p><strong>San Juan Bosco</strong><br />Santo milagroso que los dominicanos<br />acogen como educador por antonomasia</p>

POR ÁNGELA PEÑA
En algunos países de Europa y América se profesa gran devoción al santo milagroso que, siendo niño, comenzó a tener sueños proféticos. En República Dominicana, sin embargo, se le reconoce más como educador pese a que se han erigido parroquias en su honor y a pesar de que la calle y el sector que le rinden homenaje son conocidos como “San Juan Bosco”. Esta diferencia se advierte también en la denominación con que generalmente se le nombra: Don Bosco.

El sacerdote Jesús Tejada, quien lleva 53 años en la congregación salesiana fundada por el llamado “Padre y Maestro de la Juventud” explica que más que religiosidad “aquí hay admiración a Don Bosco por su aportación a la educación. Lo que más conocen los dominicanos es la pedagogía de Don Bosco. No hace mucho una persona evangélica me dijo que hizo su tesis sobre ese tema porque admiraba que ya en 1800 él intuyó lo que hoy  se conoce en la educación: la participación constante de los alumnos en las actividades, que entonces era algo desconocido”.

Tejada es el párroco de esa primera parroquia construida en la República en honor del milagroso devoto de María Auxiliadora, localizada en la vía con el nombre del santo. Visitó por primera vez el templo en 1946 en una excursión de boy scouts de Moca, donde nació el 22 de octubre de 1934, que dirigía Tunti Cáceres, posteriormente participante en la conjura contra el dictador Trujillo. “Por aquí no había nada más que el aeropuerto General Andrews, en Miraflores. Era campo, se instaló el colegio y después se le fue poniendo barrio Don Bosco. De la 30 de Marzo para acá no existían casas, la calle no estaba asfaltada, caminamos por un trillo bordeado de hierbas que se interrumpía en la Rosa Duarte, entonces sembrada de mangos, cajuiles, aguacate”.

El cura, hijo de Manuel y Leopolda Tejada, descubrió su vocación cuando se instaló en Moca el salesiano Antonio Flores, en 1938, cuatro años después de llegar al país el primero de esa orden, Ricardo Pittini. Cuenta la historia de la calle, el sector, las obras que dirige, la presencia de los pioneros, el trabajo técnico y magisterial de la comunidad, las antiguas denominaciones. Un impresionante álbum muestra en fotos originales y texto el discurrir de San Juan Bosco. Es una de las antiguas rarezas de la Biblioteca de la Orden, que dirige el padre Jesús Hernández. Debió ser de escasa circulación pues casi todas las biografías de Bosco afirman que se conocen muy pocas fotos suyas.

Don Bosco y el padre Billini

Relata el padre Jesús Tejada que en 1878 el padre Francisco Xavier Billini escribió a Juan Bosco solicitándole el envío de salesianos a la República. El superior delegó en Miguel Rúa, quien luego fue su sucesor, la respuesta: “Pregúntale si hay garantía de salud”. Billini contestó negativamente por lo que en ese momento no fue complacido pero “ya la congregación tenía el plan de responder a ese deseo” y en 1934 Pittini, que concluía su gestión como superior y supervisor en Estados Unidos, se trasladó a Santo Domingo.

“Los padres Pittini y Richetta comenzaron a residir definitivamente en la nueva escuela el 6 de agosto de 1934 y el 26 del mismo mes se convirtió en un día memorable: ocho salesianos llegaron a Santo Domingo, venían a hacerse cargo de la Escuela de Artes y Oficios. Formaban el grupo el sacerdote Francisco Coiazzi, los clérigos Francisco Badín, Gerardo Borsbon y Gabino Sánchez y los coadjutores Clemente Faccin, carpintero; Pedro della Valle, sastre; Mario Veglia, zapatero; Celestino dall’Alba, mecánico y Herminio Taghieri, proveedor y portero”, relata el padre Jesús.

Agrega que “desde aquellos tiempos estamos promoviendo la capacitación de los jóvenes, no sólo la académica, sino técnica, preparándolos para la vida. Se han formado talleres de mecánica, zapatería, ebanistería, carpintería, sastrería”. Pero también, señala el cura, se trabaja en la unidad familiar, la espiritualidad, la formación religiosa. Realizan labores sociales, educativas, intelectuales en el Instituto Técnico Salesiano, Canillitas con Don Bosco, Pastoral Juvenil, Biblioteca Antillense Salesiana, los colegios y parroquias y los Niños Chiriperos con Don Bosco, que son aquellos que han abandonado la escuela antes del octavo grado y deambulan sin estudios ni trabajo. “Les enseñamos mecánica y los nivelamos hasta concluir la enseñanza intermedia”, manifestó el padre Tejada.

La calle

En los directorios generales de los Salesianos de Santo Domingo figura el nombre de la calle como Pepillo Salcedo hasta 1957. Los religiosos Jesús Tejada y Jesús Hernández consideran que comenzó a llamarse “San Juan Bosco” a partir de 1958, pues ya aparece como su dirección: San Juan Bosco número 27. “La motivación seguramente se debe a la presencia del colegio Don Bosco y de la parroquia San Juan Bosco” . O quizá a la visita que hizo a Ciudad Trujillo el quinto sucesor de Don Bosco, el padre Renato Ziggliotti, quien fue agasajado públicamente para la fecha.  La vía se extendía desde la 30 de Marzo hasta la Leopoldo Navarro pero fue reducida al construirse la avenida 27 de Febrero. Ahora termina en la Plaza El Quetzal.

San Juan Bosco

Giovanni, o Juan Melchor, nació el 16 de agosto de 1815 en una aldea al norte de Italia, menor de los tres hijos de Francisco, un campesino piamontés que murió cuando “Juanito” tenía dos años y medio. La madre, Margarita, analfabeta y muy pobre, se encargó de levantar a Juan, José y al hermanastro Antonio, hijo de un primer matrimonio de su esposo, y cuidar además de la anciana suegra, paralizada en una silla. En la humilde vivienda faltaban alimentos, muebles, enseres, “pero había mucho amor y una gran religiosidad. Cada madrugada se rezaba el rosario y Juanito Bosco ya a los seis años lo sabía entonar muy bien. Los niños crecieron amando y reverenciando a Dios”.

El llamado “Patrón de los ilusionistas” es reconocido por sus 159 sueños proféticos, el primero de los cuales se produjo cuando contaba nueve años. “Se vio rodeado de chiquillos que se peleaban y blasfemaban, él trató de hacer la paz primero con exhortaciones y después con los puños. Súbitamente apareció Nuestro Señor y le dijo: “¡No, no; tienes que ganártelos con la mansedumbre y el amor”. Le indicó también que su maestra sería la Santísima Virgen, quien al instante apareció y le dijo: “Toma tu cayado de pastor y guía a tus ovejas”. Desde aquel momento comprendió que su vocación era ayudar a los niños pobres”, dicen las páginas de su vida.

Después de catequizar, llevar chicos a la iglesia del pueblo, aprender a leer, sonreír siempre, ingresó al seminario a los 16 años, “y era tan pobre que debía mendigar para reunir el dinero y los vestidos indispensables”. Fue ordenado sacerdote el 5 de junio de 1841. Aunque se le designó capellán auxiliar en una casa de refugio para muchachas continuó su labor a favor de los niños, creó escuelas, centros, oratorios, talleres, refugios, templos, imprentas, seminarios.

Convencido de la influencia de la lectura, escribió libros de apologética, historia, educación, catolicismo. En diciembre de 1859 Don Bosco y 22 compañeros organizaron la congregación salesiana, cuyas reglas fueron aprobadas por Pío IX. Envió sus primeros misioneros a la Patagonia y poco a poco los Salesianos se extendieron por toda la América del Sur. “Cuando San Juan Bosco murió, la congregación tenía 26 casas en el Nuevo Mundo y 38 en Europa”. Después, en 1872, el sacerdote fundó la orden femenina, “encargada de hacer por las niñas lo que los Salesianos hacían por los niños”.

La visión que tuvo Don Bosco en su juventud marcó toda su actividad posterior con la infancia: “Para trabajar con los niños hay que amarlos, pero lo importante es que ese amor se manifieste en forma comprensible para ellos. Los métodos de Don Bosco consistían en desarrollar el sentido de responsabilidad, en suprimir las ocasiones de desobediencia, en saber apreciar los esfuerzos de los chicos y en una gran amistad”, escribe un biógrafo.

Don Bosco murió el 31 de enero de 1888. Sus últimas recomendaciones fueron: “Propagad la devoción a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros. Ayudad mucho a los niños pobres, a los enfermos, a los ancianos y a la gente más necesitada y conseguiréis enormes bendiciones y ayudas de Dios. Os espero en el Paraíso”. Se afirma que fueron tantos los milagros conseguidos al encomendarse a San Juan Bosco que fue canonizado cuando apenas habían pasado 46 años de su muerte, en 1934, y lo declaró Patrono de los que difunden buenas lecturas y Padre y Maestro de la Juventud.

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