Calle “Carlos Teo Cruz”, en Gualey. Hay otra en Los frailes, que no está señalizada.. Hoy/ Napoleón Marte
Ese fatídico 15 de febrero de 1970, el campeón mundial de boxeo Teo Cruz, el primero nativo de República Dominicana, jugó gallos temprano, en Villa Mella, y al descubrirlo lo subieron al redondel para ovacionarlo. Agradeció y anunció que partiría en la noche para Puerto Rico y que luego se enfrentaría en Canadá con Kent Buchanan, y que esa sería su última pelea pues se iba a dedicar a entrenar a sus hermanos Leo y Landy, que siguieron su mismo camino. Landy se retiró temprano.
Esa fue su despedida pública de este mundo. Familiarmente, prometió a su madre Herminia Cruz, “su adoración”, que, si ganaba, le remodelaría su casa. A Leo, quien participaría en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en Panamá, le pidió no estar nervioso pues él estaría a su lado, apoyándolo. El muchacho, de 18 años, partió a los nueve días prácticamente obligado, llorando, y su tristeza por la pérdida reciente tronchó su triunfo, que luego recuperó con creces.
Leonardo Rosario Cruz (Leo), reconocido luchador de resonantes victorias en el país y el extranjero, habla sobre la vida del olvidado hermano a propósito de las calles que llevan su nombre.
Carlos Teófilo Rosario Cruz (Teo Cruz) falleció en el accidente del vuelo del avión DC9 de Dominicana de Aviación que cayó al Mar Caribe dos minutos después del despegue, junto a su esposa Mildred Ortiz y a sus hijos Carlos y Herminia. No se recuperaron los cadáveres, contó Leo.
Teo fue despedido en la terminal por sus padres, pero ese día ellos, que siempre se quedaban hasta ver alejarse el avión, se marcharon antes y horas después se enteraron de la tragedia. Leo se encontraba en un colmado cuando sonó el teléfono y quien respondió se quedó mirándolo mientras hablaba. Luego le informó: “Leo, se cayó el avión donde iba Teo”.
Comentarios sobre el suceso le persiguen hasta hoy. “A veces la fama salva y a veces perjudica”, expresa, porque hace poco un inspector de migración lo reconoció y le dijo: “Yo fui quien mató a tu hermano”. Le contó que a Mildred se le quedó el documento de viaje y este funcionario le dijo a Teo que no podría abordar, pero un viajero le observó: “Mire, ese es el campeón Teo Cruz”. “Y yo le di el paso”.
Doña Herminia, relata, le rogó que pospusiera el vuelo para el día siguiente, para que no viajara de noche, y él replicó que no podía pues debía llevar los niños al colegio y además, “Tuto Zabala lo esperaba en el aeropuerto. Llegamos de la gallera y él ni se bañó al llegar, por la prisa”.
Teo residía en la urbanización “Ciudad Universitaria”, de Río Piedras.
Título. Carlos Teófilo nació el cuatro de noviembre de 1937 en San Cristóbal, segundo de nueve hijos de Francisco Rosario Almonte, militar, de Puerto Plata, y Herminia Cruz, de Santiago. Además de esas tres ciudades, Teo vivió en Santo Domingo.
“Estudió poco”, debido a su afición por el boxeo. Entrenaba en el gimnasio de La Normal, de la capital, e ingresó como boxeador aficionado a la Fuerza Aérea. Al salir siguió peleando hasta hacerse profesional. Peleaba en el coliseo San Rafael, en La Voz Dominicana, que presentaba una cartelera de boxeo, y en Santiago peleó como profesional. Emigró a Puerto Rico en 1956”. Allí lo representó “Tirado”, refiere Leo.
“Vino en 1962 y ganó el título nacional después de vencer a Rafael Acevedo en 12 asaltos” y “defendió su título el 27 de septiembre de ese año ante Armando (Nando) Ramos, a quien venció en 15 asaltos”.
Añade Leo que ganó la corona (título mundial) peleando con el boricua Carlos Ortiz el 29 de julio de 1968. “Teo lo tumbó en el primer asalto, siguieron y Teo le ganó por decisión unánime. Lo recuerdo como ahora, yo era boxeador amateur”, exclama Leo.
Después, enfatiza, defendió la faja en Los Ángeles, con Nando Ramos, le ganó por decisión unánime. “De ahí se marchó a Puerto Rico y a los tres meses fue a Japón, hizo una pelea con un japonés y ganó por decisión unánime. Peleó otra vez con Nando Ramos y perdió por un nocaut técnico, el médico paró la pelea porque estaba sangrando profusamente por las cejas. Ellos firmaron la revancha, pero Nando prefirió perder el dinero y no volvió a pelear con Teo”.
Posteriormente “peleó con el venezolano Guacharaco Viera, en la cancha del Country Club de Río Piedras, y ganó por decisión unánime”. El manager de Teo que recuerda Leo era Saso Betancourt.
Teo era “rápido, estilista, no era peleador, no tenía pegada, tenía técnica, casi todas las peleas las ganaba por decisión”. Cruz vivió también en Nueva York.
Fue un excelente familiar, solidario, trabajador. En Puerto Rico realizó trabajos duros antes de que le conocieran como boxeador. No sabía bailar, pero no se sentaba en las fiestas, gustaba de las peleas de gallos. “Era contento, le encantaba cantar rancheras”, manifiesta Leo, quien demuestra con su comportamiento y su charla que recibieron buena educación en el hogar.
Los demás hermanos son Francisco, Ana Cristina, Víctor Rolando, Félix Manuel, Fernando, Rafael, Hilario (Landy) y Leonardo Antonio (Leo).
En 1970 Teo fue exaltado al Pabellón de la Fama.
Uno de sus mejores amigos fue Juan Peña, de Baní, “que siempre lo ayudó y lo acompañó”.
Leo recuerda los consejos y la protección que le ofrecía Teo: “no hacer desarreglos, no tomar alcohol, porque eso no va con el deporte. Era sano”. Fue un ídolo en Puerto Rico. “El boxeador Wilson Yambó decía: soy puertorriqueño, pero quiero que gane el dominicano”.
Desde el día del accidente, los hermanos estuvieron en el Club Náutico con la esperanza de encontrar a Teo y su familia, pero un rescatista dijo al hermano mayor: “Pancho, ahí no se salvó nadie”.