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En agosto de 1957, el insigne poeta chileno Pablo Neruda asistió a una magna concentración en apoyo a la candidatura a la presidencia de la República del doctor Salvador Allende celebrada en el Teatro Baquedano de Santiago de Chile. En esa ocasión, ostentando la representación de los escritores y artistas del hermano país suramericano, el nombrado vate expresó: “no queremos seguir siendo escritores de un pueblo que no puede leer.
No queremos sentir la vergüenza, la ignominia de un pasado estático y leproso. Queremos más escuelas, más maestros, más periódicos, más libros, más editoriales, más revistas, más cultura”.
A pesar de los años transcurridos, discursos como ese todavía provocan sentimientos de impotencia y de rabia en miles de ciudadanos de cualquier país del llamado Tercer Mundo, habitados por una mayoría de gentes que, al igual que el chileno de esa época padece de toda suerte de calamidades.
Pero no hay que irse tan lejos, situémonos aquí, sesenta años después del derrocamiento de la dictadura trujillista, todavía el pueblo dominicano enfrenta el desafío de alcanzar una democracia que reúna los requisitos que le son propios, y el de alcanzar resultados económicos que les favorezcan. Es que el camino de las grandes transformaciones es duro y escarpado.
La acción del Gobierno de Danilo Medina y de otros que le presidieron para hacerles frentes a males como esos se apoya en una propuesta neoliberal de aceptación de desigualdades sociales estimadas como inevitables.
A nuestro entender, la reforma del sistema dominicano de instrucción pública apunta a descansar en cuatro pilares: tanda extendida, construcción y equipamientos de aulas, capacitación de maestros, revisión curricular, y campaña de alfabetización.
Es así que esta administración de Gobierno del presidente Luis Abinader enfrenta el enorme desafío de asegurar el bienestar de los ciudadanos dominicanos en un mundo como este que vive profundas y aceleradas transformaciones.
Aspiramos que de aquí a unos cuantos años, todas las escuelas públicas del país laboren en horario corrido desde las ocho de la mañana hasta la cinco de la tarde.
Y que los estudiantes que asistan a ellas desayunen, almuercen y merienden en los locales de las mismas. Que sean favorecidos con entregas gratis de uniformes y materiales escolares. Y con la ejecución de un programa de ejecución nutrición y salud que le suministra todo tipo de medicamentos de sanación y prevención de enfermedades.
En unos años las escuelas públicas deben laborar en horario corrido
Con estudiantes que desayunen, almuercen y merenden en aulas
También favorecidos con entrega gratis de uniformes y materiales escolares