Aunque estamos en el 2024 muchos creen que aún vivimos en la era en la que nuestros abuelos se llevaban a las niñas de los campos, cual si fuera una gracia, y las “criaban” a su manera o, lo que es igual, les robaban las muñecas para convertirlas en mujeres antes de tiempo.
Tan normalizado sigue estando el abuso contra las menores que hay quienes piden clemencia por Wander Franco, quien le dio pa’llá aunque tenía muy claro que estaba arriesgando su carrera.
Puede leer: Regulación de la publicidad, ¿incluye redes?
Tras escuchar a quienes sostienen que son “errores de juventud” o revictimizan a la menor porque al parecer ya había sido abusada antes, no podemos más que rasgarnos las vestiduras ante una sociedad que justifica y respalda a los hombres que violentan a las niñas y jóvenes.
Aunque el abuso muchas veces comienza en casa, de la mano de padres perversos que usan a sus hijas para lucrarse con ellas, quien “cae en la tentación” debe ser castigado sin importar fama, dinero o carrera. Ya le sucedió a Julio Romero, Bernardo Alemán, Ramón «Papo» Fernández, Juan Arístides Rodríguez, Kelvin Francisco Núñez Morel (el payaso Kanki), Pablo Ross y Donni Santana, por citar algunos.
Wander tiene que pagar el precio de lo que hizo, al igual que la madre de ella. Este vale para sentar otro buen precedente.