William Carlos Williams: o lo kitsch como re/creación literaria

William Carlos Williams: o lo kitsch como re/creación literaria

“En la edad madura la mente prescinde rebeldemente de un águila. Desde su risco le hace recordar cuando pensaba”. William Carlos Williams.  “Paterson”.

Veinteañera, aunque Manhattan Transfer me deslumbró, me interesé vivamente en William

Carlos Williams cuando supe que su madre era dominicana y vidente.

Los escritores boricuas lo reclaman como suyo, pero en su biografía queda claro que su  madre era de Santo Domingo y su padre inglés, de ahí el Carlos de este escritor, considerado como un poeta ilustre, de la talla de T.S. Eliot, Ezra Pound, Wallace Stevens, Marianne Moore y E.E. Cummings.  Generación denominada como “modernista”, aunque sus postulados teóricos nada tengan que ver con el Modernismo de Rubén Darío.

De todos, es William Carlos Willliams quien más se aparta de la tradición literaria clásica inglesa, intentado elaborar una dicción poética y escritural nueva y propia.  La suya, como señala su biógrafo John Malcom Brinnin, en oposición a toda forma que dependa de cualquier recurso pre-establecido.  Un rechazo a los “encorsertamientos formales que solo sirven para falsificar la experiencia que debe transmitir un texto establecido”.

Por considerar que muchas de mis búsquedas formales, tanto en poesía como en teatro, y ahora novela, están influenciadas por sus postulados literarios, me permito en este ensayo enumerar los que para mí han sido fundamentales:

1.-Creación de una estructura lingüística que muestre la experiencia sin deformarla, dejando que el ritmo interno del propio lenguaje HABLADO determine la medida; limpiar ese lenguaje de añadidos, floritismos o barroquismos, dejando siempre margen a lo accidental, lo inesperado, y lo “pedestre”.

2.-Aceptar el principio de que “no hay ideas sino en las cosas” y que hay que descubrir lo universal en lo particular.  Descifrar la relación que existe entre realidad y mente para descubrir el lenguaje adecuado.

3.-Hallar lo intemporal en lo instantáneo, lo universal en lo inédito y local, para renunciando al reconocimiento de las academias nacionales, intentar convertirse  en un autor (o autora) universal.

4.-Criticar, (en el caso de Williams a T.S. Eliot) a todos los que solo creen en la erudición y el academicismo, en vez de someterse al “azar de los detalles concretos e inesperados de la vida”.

5.-Escribir una poesía, una literatura, tan directa como el lenguaje conversacional, una expresión siempre fresca  y espontanea.  Germen de su admiración por Walt Whitman  y su “Canto a mí mismo”, poeta que influencia a Ernesto Cardenal, quien lo traduce, y a escritores como Fernández Retamar.  De ahí que en SIRENO hablen los cibaeños, capitaleños, sureños, cocolos, los “dominican Yorks”, tígueres e intelectuales, algo que rescato de la tradición teatral.

6.-Promover el “Imaginismo”, definido como la “captación directa de objetos naturales y de los hechos o “fenómenos insignificantes”.   La concreción, exactitud, observación sin comentarios o juicios, de los temas CORRRIENTES de la vida diaria,  lenguaje cotidiano, conversacional, o “pedestre”.

7.-La influencia de las artes plásticas, del “Black Gang” americano, de Filadelfia y New York; su libertad de color y forma, su peculiar sentido del movimiento y la tensión;  transcripción viva del proceso de una experiencia.  Sensacion de presente e inmediata.  Una representación de sentimientos que son  registro de ideas.  Dice Wiliams:  “La obra de arte tan solo tiene valor en cuanto da testimonio, por su estructura, del mundo (CAOTICO, FRAGMENTARIO…), para el cual ha sido creada, encarnando lo real”.

8.-Lograr en la obra un sentido de simultaneidad, donde la lógica interna sea el hilo que engarza su secuencia, como en el Cubismo, movimiento pictórico mas orientado hacia la construcción que hacia la representación.  En ese sentido, la exasperación que puede experimentar algún crítico convencional frente a SIRENO, es su mayor elogio.

9.-Considerar y presentar la vida como un asunto en marcha (afán “incorregible” de Williams), que nos permita detectar la belleza en lo cursi, lo vulgar y grotesco.  En lo “kitsch” del lenguaje, más bien idioma, cotidiano.

10.-Encontrar la belleza en lo sencillo, desafiando todo comentario erudito o teórico; recreando escenas de la vida colectiva donde no hay grandes temas, ni un tema general (“la Revolución de Abril  y ocupación brasilera”, en SIRENO), sino fragmentos de realidad.  Porque la realidad la percibimos siempre FRAGMENTADA, limitando nuestra visión del todo y circunscribiéndonos a escenas muy concretas.

11.-Jamas renunciar a la sorpresa y  libertad vía la adopción de lo que Williams definía como “pie variable”, una pretendida “unidad de lenguaje” capaz de introducir en la expresión formal el proceso y acento del idioma “VULGAR y corriente”.  Movimiento denominado como “Objetivismo” por poetas como Gertrude Stein, su alma y financiadora.

12.-En el caso de William Carlos Williams, considerado como el mayor, junto a Eliot, poeta épico de Estados Unidos, la conversión de lo épico en lo cotidiano en objetivo de creación literaria, aporte mayor de la literatura norteamericana del Siglo Veinte; con una estructura sugerida en parte por una situación cultural dada que apenas se sustenta en un tenue hilo narrativo.  

Caso de Williams con su legendario poema a la ciudad de Paterson, considerado a la par con el Ulises de Joyce; la Tierra baldía de Eliot, o El Puente, de Hart Crane.

13.-A diferencia de T.S. Eliot, quien mantiene un sistema y estructura piramidal en su obra, buscar la clave de un conocimiento que se basa en todas las manifestaciones de la vida, por “insignificantes y BANALES que estas puedan parecer”, y se entretejen al final en una red (“araña”) que converge al final,  técnica también adoptada por Clarice LIspector, que intento aplicar en la escritura de SIRENO.

14.-Entender que no hay certezas definitivas ni universales y que toda obra que trascienda como la de William Carlos Williams, tiene un carácter abierto y democrático, sin un final cerrado par que el lector (o lectora) solidario pueda continuar la escritura.   Ibídem.

Poeta, dramaturgo, ensayista, novelista y médico gineco- obstetra, William Carlos Williams tuvo el privilegio, durante sus años como estudiante, de entablar una estrecha amistad con Ezra Pound.  Y, en 1924, durante una estadía en Paris, mantener una exhaustiva relación amistosa y literaria con los artistas de la llamada “Generación Perdida”:  Hemingway, Gertrude Stein, Man Ray y escritores jóvenes franceses como Valery Larbaud y Phillipe Soupault.

En 1949, lo nombran director de la Cátedra de Poesía del Congreso, honor que le fue retirado por acusaciones de supuestas simpatías izquierdistas, y su amistad con Ezra Pound, a quien visita en el Hospital Psiquiátrico donde fue recluido acusado de “traición” por el gobierno norteamericano. En 1950 delega su práctica médica en su hijo, para dedicarse  por completo a dar conferencias y recitales en escuelas  y universidades.

De su legendario poema a la ciudad de Paterson, estructurado en cinco capítulos, en los cuales incluye desde recortes de periódicos, cartas, conversaciones, hasta prosa poética y  poesía, estudio la estructura para asomarme a la,  aún palpitante, necesidad de escribir una novela sobre Nueva York.

NUYOL donde ciertamente, el lenguaje conversacional y “pedestre”,  de los emigrantes dominicanos, (en su mayoría provenientes de nuestras clases populares expulsadas económicamente de la isla), jugará un papel fundamental; así como el “kitsch” de sus pequeñas vidas cotidianas.

Ojala NUYOL sea una obrera textil,  prostituta, o  madre dominicana que recibe en su seno a todos los condenados de la tierra.  Ahí radicará su desafío y maravilla.

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