Los años han pasado, sólo quedan los recuerdos de los malos presidentes, los ambivalentes en el poder, los dictadores; la pobreza nos permite recordar el desorden de los gobernantes y el débil compromiso de un pueblo formateado y pisoteado por las malas prácticas de un liderazgo cobarde y desgraciado.
Las necesidades básicas, las simples, las obvias, son las huellas impregnadas en las calles inciertas e inseguras de un bello país tratado con demagogia y sagacidad política; solo nos queda hacernos la pregunta, ¿Y si nos unimos como un pueblo?
Es tiempo de reflexionar y accionar para formar una masa crítica que no sea dominada por los sectores que no les interesa que la clase pobre pase a la clase media.
Muchos creen que la mejor forma de mantener el poder es dejando al pobre en la pobreza, y así de esa forma el pobre no pasará a la clase media o media baja, si pasa a la clase media se olvidará y dejará de apoyar aquellos que supuestamente los defienden.
Los años ha pasado y seguimos viendo a los partidos con la misma conducta y sin soluciones permanentes. ¿Qué pasaría si nos unimos como un pueblo? Si nos unimos como un pueblo seremos capaces de visualizar el país tal como es y cómo debería ser; otro milagro social que pasaría es entender qué es lo más importante para el pueblo, para el país.
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Si nos unimos como un pueblo no dejaremos que los partidos tradicionales se conviertan en los árbitros de las reglas del Estado dominicano.
El novelista y pensador francés expresó que la utopía es el principio de todo progreso, y el diseño de un porvenir mejor.
¿Qué porvenir esperamos nosotros? Como dominicanos nos hace falta pensar en utopías, en algo grande, esto nos ayuda abrazar un futuro más medible y con metas claras; los políticos malvados y corruptos no tienen utopías, no piensan en una sociedad justa, con equidad y decente, tampoco al déspota o totalitario, solo piensan en ellos, en lo inmediato, son efímeros y mendigos, no miden el tiempo que les queda en esta aldea terrenal, no poseen una vocación de servicio debido a su poca evolución moral y ética; por esa razón, la utopía no es parte de ellos y no les interesa que nosotros nos unamos como un pueblo decidido a girar el timón del Titanic, mejor prefieren que el país se hunda en el mar de la miseria.
El pueblo también es culpable de sustentar un sistema disfuncional, pero debemos aclarar que el pueblo es el resultado de aquellos que han modelado el ejercicio de la gobernabilidad. Es como un baile, uno invita y el otro acepta.
El pueblo debe entender que podemos ser mejor, es posible generar cambios, no se trata de la izquierda o de la derecha, se trata de unirnos en cada municipio y hacernos la pregunta: ¿Que porvenir queremos? ¿Cómo está el país y cómo debería de estar?
Invitamos al pueblo dominicano a crear pequeños grupos en sus comunidades, personas que no sean fanáticos de los partidos, que usen su tiempo como una vocación para traer respuestas frescas a cada familia dominicana.
¿Y si nos unimos como un pueblo? Pasaría una revolución, la clase media será mayor, más seguridad ciudadana, los partidos funcionarán como un canal para materializar la real democracia y no en árbitros del todo, la clase empresarial estará más segura y más eficiente, tendríamos menos criminalidad, tendremos el país que deseamos.
Debemos decirlo claro, nada de esto pasará con los partidos que ya han estado en el poder, están todos comprometidos y viciados. Solo hay una solución: Unirnos como un pueblo! Así es: ¡Unirnos intencionalmente!