Mientras estuvieron en el gobierno los peledeístas supieron siempre lavar la ropa sucia en casa, en estricta intimidad partidaria. Fuera del poder las cosas son muy distintas en un partido derrotado y debilitado por la división que llevó al expresidente Leonel Fernández a montar tienda aparte en su Fuerza del Pueblo, fractura que dejó abierta una enorme grieta que ha permitido que la mudanza de peledeístas hacia el nuevo partido continúe y no hay señales de que vaya a detenerse.

Silvio Durán, miembro del Comité Central del PLD, es un buen ejemplo –y el más reciente– de que ya no es un tabú sacar los problemas internos a la luz pública aunque hagan daño y perjudiquen a la organización, lo que también nos ayuda a entender el trasfondo del descontento que ha llevado a muchos dirigentes de Santiago a renunciar en busca de nuevos horizontes políticos, entre los que figura el exsenador por esa provincia Julio César Valentín.

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La razones de ese descontento, según el dirigente peledeísta, son “la dinastía y el bloqueo político interno” que hay en el PLD, “donde se vive todavía en la época de los zares y se debe romper con eso”. Durán acusó a Monchy Fadul, miembro del Comité Político, de querer imponer a su hijo, el diputado Víctor Fadul, como candidato a alcalde para las elecciones del 2024. Y que también busca imponer a una hija como diputada; y como si eso fuera poco, asegurarse un ministerio en caso de que Abel Martínez gane las elecciones ¡Qué gandío! Quien conoce al PLD por dentro sabe que las dinastías y la reservas de candidaturas eran cosa común, parte intrínseca del “comesolismo”, cuando los peledeístas disfrutaban sin saciarse de las embriagantes mieles del poder.

Pero en la oposición, donde lo único que hay para repartir son expectativas y esperanzas, esos comportamientos son ahora denunciados por quienes se sienten perjudicados por aquellos que, desde las alturas del Comité Político, no se han dado cuenta todavía de que la pava ya no pone donde ponía.