Los nombres de los premios internacionales del cine tienen siempre un referente que es interesante conocer. La premiación
cinematográfica española optó por el de “Los Goya”, suscitando en sí todo un mundo de arte y compromiso con sello profundamente español, de una España reivindicativa y vehemente, pues la obra del maestro aragonés representa una fuerza visual excepcional, revolucionaria y visionaria tanto en blanco y negro como en color, pues sus “Desastres de la Guerra” evidencian la maestría del dibujo con tinta y plumilla y “Los Caprichos”, evocan la sensualidad en el color de todo el escenario social de la aristocracia. Siempre hemos defendido el acierto en marcar con el nombre del genio de Goya las artes cinematográficas de España, entendiendo que con el nombre del maestro se confirma la tradición española del “duende y de la vanguardia”.
Es difícil lograr un resumen de la trigésima primera edición de los premios Goya, porque es un gran evento de varias presentaciones, discursos, agradecimientos, pero trataremos de resaltar los detalles y premiaciones que más nos impactaron, y también, cómo dejar pasar el presentador estelar que es Dani Rovira, quien tiene tres años siendo el presentador y que tiene el duende de ser muy simpático y que mantiene un ritmo muy alto que bien disfrutan todas aquellas personas apasionadas del séptimo arte y por supuesto, de los actores, actrices, personalidades y público que asistió el sábado 4 de febrero a la gala de los Premios Goya, que comenzó a las 22:00 horas en el Madrid Marriot Auditorium Hotel, concluyendo a la una de la madrugada.
Estas premiaciones del Goya califican la premiación tomando en cuenta como todas las grandes convocatorias internacionales del cine aspectos de la cinematografía que van más allá de la academia…
Lo hemos podido observar en el conjunto de la citada premiación que consiguió un balance de sobriedad y equilibrio entre divertimento y seriedad, glamour y elegancia. Una seriedad que permitió abarcar la producción cinematográfica con altura en el neurálgico punto de vista financiero, señalando al presente ministro de Educación y Cultura que dicha industria le significa al Estado español 28 millones de euros de beneficios anuales, detalle importante expresado con un espíritu respetuoso y reivindicativo que permitió además, que la gran artista Ana Belén, a quien se le dedicó el Goya de Honor, señalara la necesidad de abrir más las profesiones del cine a las mujeres, en todos los campos de la interpretación y de la producción de dicha industria.
También, disfrutamos ver desfilar con la elegancia que le caracteriza a la actriz María Paredes, artista emblemática de los ochenta, como también, al genial director de cine Pedro Almodóvar, a quien observamos sereno, formal y discreto, con su edad tranquilamente confirmada, liberado del narcisismo del éxito integrado a una comunidad de talentos de las nuevas generaciones que como él en sus tiempos marcaron la diferencia.
Volviendo a la premiada de honor, Ana Belén, ella se manifestó auténtica con ella misma, sin toques superfluos, con un discurso que no cambia, fiel a sus ideas, solidaria, recta, sin fantasías ni artificios.
Todos pensaban que sería larga su intervención, más sin embargo la hizo con una eficiente medida de las palabras destacando que el cine es una carrera, donde se estudia, se lee y se trabaja mucho, lo que necesita mucha convicción del que ejerce esa profesión. Se expresó detenidamente, con naturalidad sin olvidar de mencionar al hombre de su vida, Víctor Manuel, su compañero, a sus hijos, con un ritual que ya no sorprende.
Destacamos el tono, el ritmo, el contacto de los periodistas con las actrices y los actores. Se desprendía una forma de educación pública, por encima del acercamiento y de la familiaridad, sentimos un gran respeto en el trato, fuera de toda chabacanería, pero con simpatía y humor, calidez y proximidad, como lo saben hacer los españoles. Ninguna premiación de cine internacional es comparable, cada una tiene el toque de su cultura, de su protocolo de su temperamento. En estos Goya, se destacó la profesión con una nota de un estilo libre, abierto, donde más que estrellas, las actrices y los actores se imponen como compañeros cómplices en la defensa de sus carreras. Por esto, los aplausos entendidos se dejaron oír cuando Ana Belén concluye: “Esta profesión no se merece el desprecio de sus gobernantes”…
Otra diva del cine español, Penélope Cruz, brilló por su amabilidad y distinguida elegancia, con un aire de madurez encontrado probablemente en la maternidad. Se prestó a los chistes y provocaciones del presentador y animador Rovira, con una sonrisa de consentimiento que llamaron las cámaras sobre su rostro, en un primer plano que evidenciaba su belleza.
Los Goya distinguen la mejor película iberoamericana, y en la entrega 2017 ganó la película argentina “El ciudadano ilustre”, dirigida por Gaston Duprat y Mariano Cohn. La historia parece interesante tratándose de un escritor argentino que regresa después de 20 años a la ciudad de Salas, para recibir una medalla de ciudadano ilustre.
En cuanto al premio de la revelación, la joven actriz Ana Castillo expresó una emoción incontenible, con una espontaneidad digna de su juventud, agradeciendo a Iciar Bollaín, directora de la película “El Olivo”. El tráiler que hemos visto, evidencia una gran intensidad de interpretación en Ana Castillo, que está muy solicitada y ya para este año trabajará en dos películas.
En los Goya, también se distingue el cine europeo, y el premio de la mejor película europea lo ganó el cine francés, con “Elle”, dirigida por Verhoeven, cineasta que no teme las tramas atormentadas y complejas. La obra está interpretada por Isabelle Huppert, y trata de la vida de una mujer después de una violación; tema fuerte y delicado en el tratamiento dramático y visual. Sin embargo, en los tráilers, un gran manejo de las emociones limita el riesgo. De antemano, podemos contar con el talento único de la Huppert para estos papeles complejos y abrumadores. Ella tiene ese arte, ese dominio.
En conclusión, las premiaciones han apostado por un cine que piensa, un cine a la altura de su sociedad, consciente, denunciador, militante y con gran duende creativo, en los guiones, los diálogos, la apertura hacia nuevas formas tecnológicas de “hacer cine”. Durante las tres horas de estas celebraciones, los momentos evolucionaron, entre seriedad y diversión con el jefe de orquesta Rovira, que después de disfrazarse de Supermán ocupó el espacio con un gran sentido del humor muchas veces logrado y otras un poco tirado por los pelos, pero dándole al acto un aire de divertimento bien acogido por todos, sobre todo cuando hizo pasarela con esmoquin y tacones rojos y bien altos, y entonces atreverse a pedirle a Almodóvar un autógrafo en la suela de una de ellos, claro como recuerdo de su película “Tacones lejanos”
Las premiaciones del Goya 2017 responden a todos estos aspectos, confirmando una vez más que España apuesta por su cine. Felicitamos a los premiados y a los candidatos preseleccionados, así como a los organizadores de este gran evento.