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Con la convicción plena de que los países en vías de desarrollo deben luchar por alcanzar niveles más altos de bienestar y de justicia social, y totalmente persuadido de que nuestras universidades pueden jugar un papel importante en este contexto, nos sentimos optimistas de que las discusiones que se sostuvieron en las mesas de diálogo del Pacto Nacional para la Reforma Educativa 2014-2030 conducirán a un entendimiento más preciso de las posibilidades y limitaciones de nuestras instituciones de educación superior. Esperamos que el resultado de todos esos intercambios de punto de vista se traduzca en una toma de conciencia acerca del mejoramiento de la calidad de los servicios que prestan dichas instituciones. Además de otros asuntos, las universidades deben estar siempre dispuestas a eliminar todos los obstáculos que impiden la incorporación del saber; elevar la calidad de los sistemas de enseñanza; llevar a cabo investigaciones científicas; y diagnosticar los problemas económicos y sociales que nos afectan. A este respecto, Darcy Ribeiro, en su estudio de su autoría sobre Política y Desarrollo Autónomo de la Universidad Latinoamericana, al tratar sobre las responsabilidades de la universidad como institución nos dice: “Las actividades universitarias deben ser enjuiciadas fundamentalmente con respecto a la fidelidad que a los problemas guardan a los tres principios básicos que no deben faltar en ninguna universidad que se preste de tal: a) el respecto a los patrones internacionales de cultura y de difusión del saber; b) el compromiso activo en la búsqueda de soluciones a los problemas del desarrollo global y autónomo de la sociedad; y c) la libertad de manifestación del pensamiento por parte de docentes y estudiantes que en ninguna circunstancia podrán ser cuestionados, perjudicados o beneficiados en razón de sus convicciones ideológicas o de la defensa de sus ideas”. Las misiones que una universidad tiene hoy son mucho más complejas y variadas que las que la sociedad le encomendaba en épocas pasadas.
Todo análisis sobre el papel que ha venido desempeñando la UASD (nos referimos a la Real y Pontificia Universidad Autónoma de Santo Domingo) en su larga trayectoria se remite necesariamente a su pasado histórico fundamentado en una enseñanza programada para fortalecer tanto a los aristócratas españoles como a los criollos embullados. El nacimiento de la Universidad Primada de América se encuentra ligado a los esquemas del colonialismo, con una serie de requisitos que tipifican claramente su espíritu. El pensamiento filosófico que la orientaba tenía una doble faz: era contemplativo y religioso pues fundaba sus ideales en patrones sobrenaturales; pero, al mismo tiempo tenía una visualización precisa de sus intereses en la tierra. En las aulas de la Vieja Casa de Estudios se hablaba tanto del amor a Dios como de la usurpación de libertades ajenas para legitimar con ello el presunto derecho de los conquistadores ibéricos.
Heredamos los saberes y las disposiciones de una gloriosa institución “más vieja que la República” Pero, lamentablemente, esto no lo aprecian muchos de sus beneficiados, especialmente aquellos que hoy son gentes importantes gracias a la formación que recibieron en las aulas de la Primera Universidad fundada en el nuevo mundo.