En los Estados Unios se encuentran impactados por el aumento de los suicidios en personas de mediana edad. Pero los suicidios de la diseñadora de modas Kate Spade, y del famoso chef Anthony Bourdain, han sorprendido debido a que parecían personas exitosas, adineradas, con visibilidad, famosas, satisfechas y realizadas. Sin embargo, sabemos que estos últimos indicadores psicosociales no previenen los suicidios. A veces, parámetros como la fama, el dinero, estatus, éxitos, poder, notoriedad, belleza y confort; visibilizados desde la cultura materialista no son expresiones ni de felicidad, ni de vida existencial armonizada. Los trastornos de salud mental pueden afectar a todas las personas sin distinción de clase social, religión, color, ocupación, sexo o edad. La diferenciación pueden determinarla los factores genéticos, psicológicos, tipo personalidad, el abuso o consumo de sustancias, el mal manejo de los estresores psicosociales, la ausencia de fortaleza emocional y el nivel de resiliencia social. El suicidio es, tomar la decisión deliberadamente de quitarse la vida, donde suele no haber retorno, ni arrepentimiento, ni la valoración, ni la discriminación de un conflicto, una idea o cambiar de actitud. Es decir, la decisión de quitarse la vida, perdiendo la fortaleza emocional para enfrentar o buscar otras alternativas de solución que sea menos drásticas. Desde siempre ha impactado el suicidio en las familias, parejas, hijos, amigos, etc; dejando siempre una serie de cuestionamiento, de culpa, sorpresa o impotencia, debido que no se pudo evitar. Pero también, el suicido deja una estigma en las familias y sobre la persona que ha decidido llevarlo a cabo. Evidentemente, las personas que tienen mayor riesgo o son potencialmente suicidas son: las que padecen trastornos mentales y no son diagnosticadas, ni reciben tratamiento tempranamente. A veces cometemos el error de pensar que una persona por su condición económica, éxito, fama o realización en la vida pudiera parecernos una persona incapaz de atentar contra su vida. Sin embargo, siempre hay que valorar y hablar o cuestionar las ideas suicidas cuando se presentan episodios depresivos, Trastorno Bipolar, abuso o dependencia de drogas, conflictos, ausencia de fortaleza emocional para lidiar con situaciones adversas en la vida o circunstancias desfavorables.
El suicidio en personas que transcendieron como: Ernest Hemingway, Virginia Woolf, Marilyn Monroe o Robín William hace unos años, despertaron los verdaderos riesgos en las que viven las personas que han logrado el éxito, la fama, la notoriedad y el estrellato, la riqueza y la vida placereada. Asi mismo pasó con el suicidio de Whitney Houston, Kurt Cobain, Anna Nicole Smith, Dj Avicci, entre otros. Esos suicidios pueden ser contagiosos, explica la Sociedad Americana de Psiquiatría, debido a que otras personas vulnerables se puedan sentir influenciadas e impulsadas a tomar las mismas decisiones. Los suicidios en las personas de la mediana edad, o en aquellas personas que han luchado por el logro de propósito tangible, producto de su talento, inteligencia, habilidades, disciplinas y trabajo, pero viven con la presión social de que tienen que alcanzar el éxito, la felicidad y el bienestar, cosas que a veces no logran el equilibrio, equidad y eficacia para fluir en la vida de forma armonizada y asertiva. Y mucho menos, se le solicita o deciden buscar la ayuda temprano cuando empiezan a dar síntomas de disfuncionalidad psicoemocional, conductual y en los resultados de sus vidas. Hoy sabemos que el suicidio se puede prevenir con un diagnóstico a tiempo, y un tratamiento con supervisión, pueden establecer la diferencia de aquellos que no saben qué hacer y de los que sí deciden buscar la ayuda. El suicidio a diferencia del compromiso genético, también tiene indicadores psicosociales, existenciales, religiosos y culturales. Las enfermedades que le sirven de soporte tienen hoy día tratamiento con buenas respuestas clínicas y estableciendo buenos pronósticos. Para disminuir la incidencia y prevalencia de suicidio hay que hacer campañas y políticas públicas en salud mental, y establecer dentro de la atención primaria y secundaria los diagnósticos temprano y los indicadores de riesgos de las personas que buscan la ayuda psicoemocional. El suicidio contagioso, y las formas letales que se utilizan para quitarse deliberadamente la vida se pueden prevenir. Son responsabilidades de los programas de salud, de las familias, las instituciones y de las personas. Tenemos que aprender a detectar y reconocer dónde están las debilidades y fortalezas para manejar las adversidades de la vida.