En el caso de Geo Ripley, “Ad Majorem Dei Gloriam” es una divisa existencial que nos remite a la causa primera y última de su medio siglo de trayectoria productiva. Evoca también una singular manera de ser que estalla en la espontaneidad de su ejemplar ofrenda creadora; en la plenitud de su vocación espiritual y en la forma altamente especializada con que llega a materializar los inefables milagros cotidianos del amor y la fraternidad a través del arte.
La Galería Nacional de Bellas Artes presenta actualmente dos exposiciones que más bien devienen en dos acontecimientos culturales de gran significación. La primera: “Celeste Woss y Gil en Bellas Artes”, reúne obras significativas de la pionera y primera gran maestra de la plástica nacional, Celeste Woss y Gil Ricart (1891-1985), destacando en el conjunto algunos retratos, desnudos y autorretratos que testimonian su riguroso dominio del dibujo y el sistema pictórico tradicional al mismo tiempo que testimonian su refinada sensibilidad estética y su condición de artista excepcional.
La segunda: “Ad Majorem Dei Gloriam”, constituye una entrega sumamente especial de Geo Ripley (1950), pues con la misma, nuestro emblemático “taumaturgo” de la performance, la abstracción y el conceptualismo, ha querido invitarnos a la celebración del cincuentenario de su obra iniciática titulada “El Cristo de la Sombra”, su primera pintura al óleo, realizada a los dieciséis años de edad, en 1966.
Se trata de dos muestras que nos permiten apreciar y calibrar obras, trayectorias, informaciones y aportes disímiles y significativos, pero igualmente capaces de provocar en los espectadores despiertos y sensibles una doble experiencia contemplativa que les permitirá, entre otras cuestiones trascendentales, revalorizar los cimientos académicos de la modernidad artística dominicana, así como reconocer las raíces y travesías de la ruptura creadora en el Santo Domingo de las últimas cinco décadas.
“Ad Majorem Dei Gloriam”, está compuesta por 28 pinturas sobre tela, ejecutadas entre 2004 y 2015 y en cuyo proceso de creación, el reconocido artista dominicano utiliza diversas técnicas como el oleo, la acrílica y el collage. Además de “El Cristo de la Sombra” (1966), ejercicio profetizador de una persistencia profundamente mística y de una entrega creadora que habrá de fructificar de manera hermosa y cristalina en obras de radical libertad expresiva y extraordinario potencial sugestivo como “El Cristo de la Rama de Espinas” (1994); “Virgen de la Altagracia” (2004); “Crístico Cósmico” (2014); “Arcángel Miguel” (2011); “Cristo de los Clavos” (2015); “Celestial Puerta del Perdón” (2015); “Cabeza de Cristo” (2015); “Virgen de Vladimir” (2015); “Virgen de la Caridad del Cobre” (2015); “Virgen de Guadalupe” (2015), “Niñito Jesús Amiguito Mío” (2015) y “Pan nuestro de cada día” (2015).
Respecto a estas obras, observa con notable lucidez y precisión Marianne de Tolentino, directora de la Galería Nacional de Bellas Artes y curadora de la muestra: “Contemplamos absortos aquella cosmogonía, esos cráteres, esos vórtices, esos torbellinos sustanciosos. El gesto los espirala, el color y el pigmento los densifica, e integrados en la misma pasta, los íconos se convierten en signos, símbolos y resonancias del credo. Se repiten, de un cuadro a otro, pero nunca son iguales, en tonos, consistencia, dimensión, desde un minimalismo dominante hasta un fotorrealismo necesariamente literal. El collage de imágenes recortadas y aun de objetos-así pan, llave, clavos, espinas-instrumenta este tratamiento singular del arte sacro, que se abre a una lectura fecunda”…
Entonces, Geo Ripley se reafirma desde la posmodernidad, reintegrando y resemantizando de manera genial una sorprendente multiplicidad de imágenes religiosas, símbolos y signos culturales procedentes de diferentes contextos para hablarnos, mediante un espléndido repertorio metafórico, sobre el particular proceso de polisíntesis cultural y mutaciones espirituales que se registra en el Caribe y América Latina a partir de acontecimientos históricos de grandes implicaciones humanas como la colonización, la esclavitud y la “integración” de los componentes culturales amerindios, africanos y europeos.
Desde luego, el arduo proceso de formación y búsquedas muldisciplinarias que en este trayecto asume Geo Ripley hasta su consagración como máximo renovador de la experimentación y el conceptualismo en Santo Domingo, no solo trasluce la intensidad y amplitud de su compromiso como creador, sino que también nos permite advertir su accionar como auténtico humanista de nuestro tiempo, asumiendo simultáneamente con entusiasmo y de manera exitosa la investigación antropológica, la arqueología, la etnografía, la gestión cultural y la educación artística.
Sobre el título de la exposición, aunque da para un viaje largo y fascinante alrededor de su caudal significativo, en esta ocasión se impone apuntar que “Ad maiorem Dei gloriam” es una antigua frase en latín que significa «A mayor gloria de Dios». También conocida por su abreviatura AMDG, es la divisa de la orden religiosa católica Compañía de Jesús, fundada en 1534 por San Ignacio de Loyola (1491-1556). La frase completa atribuída a San Ignacio es “Ad maiorem Dei gloriam Inque hominum Salutem” o “para mayor gloria de Dios y la Salvación de la humanidad”. La misma resume el ideal ignaciano de que cualquier obra o acción puede ser espiritualmente meritoria si se realiza con el fin de glorificar a Dios
En distintas épocas y contextos, muchos artistas han asumido y multiplicado este ideal. En el caso de Geo Ripley, él lo asume como divisa existencial capaz de remitirnos a la “prima materia” de su poética y a la causa última de su medio siglo de trayectoria productiva. Evoca también una singular forma de ser que se nos revela en la plenitud de su ofrenda; en el peso específico de su pensamiento y en la esplendorosa vitalidad que arde en cada una de sus obras; en las lecciones de sabiduría que contienen su gestual estético personal y sus aportes creativos, así como en su forma única de materializar cada día los milagros inefables del amor y la fraternidad a través del arte.