La pensión y jubilación emocional

La pensión y jubilación emocional

José Miguel Gómez

Si existe algo que se deja expresar como derecho, dignidad, reciprocidad, en cualquier país humanizado es la pensión y la jubilación. Después de décadas de trabajo, aportando a la riqueza, al PIB y al desarrollo social; los trabajadores entran al abandono, la desprotección y en vulnerabilidad social. Trabajar 40 o 45 años y llegar 65 años, pensionado, enfermo y en abandono de la Seguridad Social es una verdadera desgracia. Y para mal, la esperanza de vida de es de 73 años, para la mujer y 71.8 para el hombre, es decir, apenas ocho o diez años se va a poder disfrutar de la pensión. Con el agravante, repito, que cuando le pensionan automáticamente se queda sin seguro médico. Ustedes se pueden imaginar, después que ha adquirido enfermedades catastróficas no trasmisible: hipertensión, diabetes, artritis, párkinson, demencia, etc; Ahora no tiene seguro médico, no le alcanzan el dinero para tratamientos, alimentación, recreación, vejez digna, ni calidez en sus últimos años. La pensión es un derecho, donde por muchos años usted estuvo cotizando y tributando, para que luego el dinero acumulado no le alcance para resolver los problemas básicos. A todo esto se le llama deshumanización, irresponsabilidad social y falta de políticas de generatividad.
He tenido que asistir a médicos, maestros, militares, agrónomos o contables, con un cáncer, o necesitado de un cateterismo, y terminar hipotecando la casa, vendiendo el vehículo, endeudado, y comprometiendo el dinero de la pensión, volviéndose más pobre y más vulnerable, desesperanzado y en desmoralización con desesperanza. En un país sin Seguridad Social, sin sistema de salud organizado, sin protección al envejeciente, y llegar sin la planificación de la jubilación de forma integral, representa una existencia sufrible. El no organizase en la parte económica, familiar, de pareja, social, amigos, y con apoyo espiritual para jubilarse con fortaleza emocional, sentido de vida y de utilidad existencial, es hacer prevención y menor vulnerabilidad social. Cientos de trabajadores viven en angustia, desesperanza, con miedo y sensación de vacío existencial, por no saber qué va a pasar en sus próximos años. La realidad que vive la clase media y media baja, es dura y asfixiante. El ahorro lo tienen que compartir con los hijos, ayudar al desenvolvimiento económico de sus hijos o sus nietos, debido a que el salario que ganan los hijos no alcanza para pagar casa, vehículo, alimentación y salud.
Como pueden valorar, llegar a la pensión y jubilación representa riesgos en la salud mental. Los años de trabajo, el conocimiento, la preparación y la experiencia acumulada no representan el bienestar, confort, felicidad en los últimos años de vida. Apenas entre un 5 o 10% de la población se retira con pensiones de ingresos que les permite vivir de forma decente, confortable y digna. Los profesionales, técnicos, trabajadores y de profesión liberar corren el riesgo de bajar su nivel social, su calidad en la salud, en su bienestar social y socio-cultural. ¿Qué impacto representa llegar a la adultez y la vejez, sin seguridad social? O ¿Qué daños colaterales les espera a los pensionados o jubilados emocionalmente? Depresión, trastorno de ansiedad, trastornos psicosomáticos, aislamiento social, despersonalización, baja autoestima, alcoholismo, divorcio, estrés postraumático, suicidio, soledad y trastorno inadaptativo. No se trata de pesimismo, desesperanza y falta de fe. Los números hablan y las estadísticas informan que los siguientes años, las reformas y las políticas fiscales van a disminuir los ingresos, el ahorro, la calidad y calidez de vida.
La pensión y la jubilación emocional tienen un impacto en la salud, la autoestima, en la autoaceptación y la dignidad. Pero también, repercute en las razones existenciales, donde la persona siente la insolidaridad, la falta de altruismo, reciprocidad, acompañamiento en los años y etapa de vida donde se van cerrando ciclos y oportunidades. La jubilación emocional hay que trabajarla para llegar con autonomía, autodeterminación, ejercicios, música, lectura, tertulia, medio tiempo de trabajo, así sea como altruismo social, entonces, la jubilación y la pensión sería un proceso con beneficencia, de satisfacción y de felicidad. Siento y me preocupa que se hable mentira en términos de las pensiones y las jubilaciones. Pensemos en los más vulnerables, en los que terminan en pobreza emocional y estructurar en plena vejez que son la mayoría ¡oh Dios!

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