¡Qué se vayan ya!

¡Qué se vayan ya!

Dice el refrán que hasta la belleza cansa; y si los peledeístas no lo han notado, aún los que piensan que todo es belleza, sépanlo: ¡hasta la belleza cansa!
De ahora en adelante el país entra en onda electoral. La política dominicana se estructurará en dos polos: los que buscarán la continuidad del PLD en el poder, y los que buscarán el fin del largo gobierno peledeísta.
Pero ¡ah!, ¿tiene eso algo de extraño? No, excepto que, a diferencia del pasado, hay algunos ingredientes nuevos.
Uno, los escándalos de corrupción han tenido un impacto negativo en los gobiernos del PLD, y por más que muestren obras, y hagan obras, hay un segmento de la población, sobre todo de capas medias, que se hartó de la corrupción y del PLD. ¡He ahí Marcha Verde!
Dos, el PLD llega a este período preelectoral con una fuerte tensión interna. Aunque el danilismo se haya impuesto al leonelismo en la Ley de Partidos, dos secretarías partidarias, y en los bufetes de las cámaras, queda por verse qué hará Leonel Fernández. Es el presidente del partido, pero no tiene ni Gobierno ni control del partido ahora mismo. ¿Luchará internamente? ¿Con quién? ¿Renunciará a sus aspiraciones del 2020? Son todas preguntas sin respuestas en este momento, pero que, cuando haya respuestas, tendrán un impacto en la correlación de fuerzas políticas dentro y fuera del PLD.
Tres, en la oposición hay mucho apetito por volver al poder. En el 2020 serán 16 años que el PRD salió, y la mayoría de los experredeístas están en el PRM. También están deseosos de volver los partidos pequeños que abandonaron la alianza con el PLD y aún no encuentran cobija ni dentro ni fuera del peledeísmo.
En el modelo socio-económico que ha impulsado el PLD se perfila lo siguiente:
Por un lado, mayores niveles de descontento de las capas medias que desean no solo estabilidad económica, sino también un sentido de orden y organización que el PLD no logra instaurar. Desean seguridad ciudadana, eficiencia en la administración pública, menos caos en el tránsito y limpieza urbana. La indignación se manifiesta de múltiples maneras.
Por el otro, opera el apaciguamiento de los sectores más pobres mediante una diversidad de programas sociales que atienden algunas necesidades básicas. La tanda extendida con desayuno, almuerzo y merienda es el buque insignia, pero también está SeNaSa, Solidaridad (comer es primero, bono gas, bono luz, etc.), el nuevo sistema de transporte con teleférico y Metro, y una parte de la inmensa empleomanía pública. Para beneficio del PLD, los sectores populares constituyen la mayoría del electorado.
Por eso he dicho muchas veces, que, para que el PLD se vaya del poder, para que se ¡vaya ya!, tiene que producirse una crisis económica que pare la maquinaria de subsidios gubernamentales a los pobres.
Un amplio segmento de la clase media desea un cambio ya. Los que no están en sintonía son los pobres, beneficiarios principales del Estado asistencial que instauró Leonel Fernández después del 2004, y expandió Danilo Medina después del 2012.
En los partidos de oposición no hay actualmente un líder que hable a los sectores populares, que enganche con ellos, a pesar de ser el grupo de mayor cantidad de votantes en el país. Cuando esos sectores asuman el eslogan ¡qué se vayan ya!, entonces habrá cambio de partido en el poder.
Las masas desposeídas se articulan electoralmente de dos maneras: con subsidios o con una fuerte dosis de carisma movilizador, o ambas cosas.