El Renault Logan es la lógica definición de ‘berlina económica’. Se trata de un auto amplio, práctico, económico y fiable; un vehículo despojado de todo lo imprescindible hasta dejarlo en el mínimo precio posible para el cliente. Un auto honesto y digno, que responde con sinceridad y transparencia a una necesidad básica de transporte a bajo coste. Y eso no lo niega ni trata de esconderlo, sino que se presenta así como es: un auto sencillo, accesible y fácil de mantener, un vehículo que no debería fallar y que no debería dar disgustos económicos a sus propietarios. La línea exterior es de estilo coherente y fiel a las formas que lo caracteriza. Ejemplo es el baúl, de forma bien proporcionada y que no aparenta a un equipaje añadido sin continuidad de estilo ni proporción.
Interiormente se percibe una vez más la idea de sencillez. La distribución de los mandos es lógica y la forma del tablero huye de cualquier elemento vistoso y superfluo, limitándose a ubicar los controles para que sean lógicos, funcionales y fácil de usar.
Pero, visto sus dimensiones y ‘ganga’ en precio, llegar a conclusiones sobre la calidad real del auto y establecer una relación calidad-precio positiva no es tarea ardua.
La sensación dentro del auto es que los acabados son discretamente buenos, mientras que el sonido de las puertas no suenan a lata, la sonoridad es amortizada y todos sus elementos funcionan a la perfección. Cuenta con cierre centralizado, toma USB en el equipo de sonido y Bluetooth integrado. En cuanto a mecánica, lleva un motor cuatro cilindros de 1.6 litros, ocho válvulas y 90 caballos. La transmisión es mecánica de cinco velocidades. Por carretera entrega cualidades suficientes a sus necesidades de desplazamiento, con velocidad máxima de 169 km/h y una aceleración de 0 a 100 km/h en 12,9 segundos. En conclusión, el Renault Logan se ha revelado como una opción de compra francamente razonable. No es una ganga, sino un auto básico y de precio ajustado a su condición.
El comportamiento dinámico del Logan sorprende positivamente.
¿Quién es Brilliance?
HuaChen Group Auto Holding Corpotation Limited. Si no te suena conocido, ese es el nombre legal de Brilliance, una firma automotriz de origen china.
Sus orígenes se remontan a comienzos de los años noventa (1991), cuando la marca inició a producir minibuses de bajo costo. Su primer director ha sido ‘Yang Rong’, directivo que según la revista Forbes, en 2001 era considerado el tercero más rico de China.
En 2003 Brilliance firmó un acuerdo con BMW para producir en China autos alemanes, de ahí surge que algunos productos Brilliance tengan cierta “inspiración” alemana. A nivel internacional, la marca no ha tenido el éxito esperado, pero la historia ha sido otra en su tierra natal. En 2009 estaba novena en el ranking de los fabricantes chinos, logrando más de 150 mil unidades vendidas. Un año más tarde esa cifra se elevaba a medio millón de vehículos comercializados, mientras que en 2011 ya figuraban en el quinto lugar entre los fabricantes de origen chino para el mercado interno.
La gama que tienen actualmente Brilliance es bastante nutrida en opciones: con el citycars (Dolphin), sedanes y hatchbacks compactos (M2, H 220, H 230, H 320, H 330, y H 530), berlinas medianas (M1 Sedán y M2 Station Wagon), un coupé mediano de nombre familiar para muchos (M3) y dos SUVs, uno llamado V3 y el compacto V5.