En el HOY del 10 de octubre del 2012, en esta misma columna, pregunté públicamente qué procuraba el procurador de la República, Francisco Domínguez Brito, intentando reabrir el expediente contra el senador Félix Bautista y especulé sobre sus motivaciones. Hoy, dos años después, frente a un desafiante senador, el funcionario expresa que su propósito es que “prevalezca la verdad y se haga justicia…evitando que la falta de consecuencias al cometer hechos que violentan normas establecidas estimule a otros…” (Loyda Peña-HOY-24 de octubre 2014). Es, como si el procurador quisiera “poner un ejemplo” llevando el caso hasta las últimas consecuencias.
“No tengo miedo” ha dicho Domínguez Brito y mantiene sus aspiraciones presidenciales y gestiones (¿proselitismo?) en ese sentido. Sin embargo, la maquinaria del senador Bautista no es menospreciable si se acepta, como muchos plantean, que detrás de él está el expresidente Leonel Fernández y parecería que los posibles escenarios de enfrentamientos le favorecen: Primero, el Comité Político del partido gobernante; segundo, la Suprema Corte de Justicia; tercero, el Congreso y cuarto, la opinión pública y medios de comunicación.
Con excepción del último, los cuadriláteros y árbitros serán desventajosos para el procurador, porque, en todos, el senador podrá invocar el nombre bíblico de su tierra natal, San Juan, y recitar los versículos 1 al 7 del capítulo 8 que termina con la famosa expresión “Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra”.
Guardando la debida reserva frente a sus propósitos políticos, entiendo que la ciudadanía debe respaldar al procurador, pero igualmente es saludable que, aunque no tenga miedo, se cuide, porque no se descarta que el ejemplo lo pongan con él.